miércoles, 20 de noviembre de 2013

LA CULTURA ANDALUZA: DEL TÓPICO AL MITO (I)

GONZALO GRAGERA



El tópico como método para describir a un pueblo que nos resulta extraño, lejano y poco conocido siempre ha sucedido. Y sucede. Y sucederá. España, construida y cimentada durante siglos de historia, se descompone en una amalgama de culturas cuyos ritos y costumbres se corresponden con un territorio concreto: gallego, vasco, catalán, manchego, aragonés, asturiano, valenciano, extremeño-andaluz… Sólo lean los gentilicios que he escrito y no les será complicado asociar determinados aspectos y criterios culturales propios (gastronomía, fiestas típicas, indumentarias regionales, fisonomía del paisaje, naturaleza, etc.) al territorio que escoja. De este modo, quizá podemos afirmar que España está formada por un conjunto de regiones con identidades culturales genuinas de dicha región. Sin pretensión de elaborar un discurso nacionalista andaluz –ni Dios lo permita, como diría Lola Flores- , más bien racionalista andaluz, término acuñado por el profesor Fernando Álvarez-Ossorio. Intentaremos desmenuzar los tópicos culturales andaluces y licuar sus peculiaridades para una digestión más liviana. Hacer del tópico algo más: el mito. Tópicos entendidos, claro está, como las categorías sociales y culturales que definen nuestra región; bajo ningún concepto nos detenemos en analizar los clichés –asunto bien distinto al que tratamos- que nos imponen. Ni los complejos ni el tiempo están para eso.

Entre los tópicos que aquí traemos, propios de la cultura andaluza, mencionamos en primer lugar ,como no puede ser de otra forma, el flamenco. El flamenco heredado, según los eruditos y los cultivados, de la cultura arábiga… Por sus notas, sus instrumentos, sus compases, sus ritmos, su literatura. No es necesario ser flamencólogo para intuir la riqueza de las letras, la literatura de sus ritmos y el encanto de su melodía. Su historia y su sabor. ¡Cuántos empresarios en Madrid haciendo negocio de una estética y de un arte que descontextualizan sin piedad! Que esa otra, y aquí alzamos el tono: maldita indolencia padecemos y maldita ignorancia de nuestras raíces. Quizá así nos luzca el pelo –a unos más que a otros- como cantaban en un subgénero de nuestra cultura que tiene una buena sucursal en Cádiz: el carnaval. Algún día habrá que hablar y habrá que escribir de sus particularidades.

El flamenco, como hemos escrito, es consecuencia directa de sus letras, es decir, de la literatura. O viceversa. Huevo y gallina, nunca se sabe. La literatura andaluza también posee mucho tópico y mucha floritura, nacida quizá de los famosos y citados versos de García Lorca; cuya obra es arquetipo del mito y del tópico en Andalucía. Podemos citar muchos más, por ejemplo: Rafael de León, Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, Manuel Benítez Carrasco, los Machado, Xandro Valerio, Jose María Pemán, Fernando Quiñones… Incluso cantautores, a modo de canción protesta o de poesía popular en el género de la  canción, como es el caso de Carlos Cano.

Al flamenco y a la literatura de Andalucía quizá deba acompañarle en este recorrido otro ingrediente del folclore y de la cultura andaluza: el paisaje. O mejor dicho, la variedad y las opciones de su paisaje. Andalucía es la única región de España, y me atrevería a decir de Europa al menos, que tiene en 87.268  km² un clima capaz de albergar el cálido sol de la costa de Huelva y la fría nieve de las pistas de esquí de Sierra Nevada en Granada. Infortunios del capital, qué remedio, que éste no se encuentra en manos de empresas de la casa. Así me temo que será. No obstante, el turismo, he aquí otro tópico, fluye y nutre las rentas de numerosas familias. Recursos nos sobran. Aun así no nos bastan, tampoco lo olvidemos. ¿Qué debemos hacer?

Armonía del paisaje, belleza de la literatura, identidad en el flamenco. Tres características de nuestra cultura que merecen ser consideradas. Consideradas hasta tal punto de ir más allá y revestir de nuevo al santo. ¿Tópicos? ¿Por qué no algo más? ¿Por qué no lo llamamos de otra forma? ¿Por qué no mitos? Mitos que nos sirvan como instrumento de nuestra raíz y como excusa para nuestro orgullo; mitos como referencia –en este punto del artículo será necesario leer a nuestro colaborador Sergio Harillode un territorio, o mejor dicho, de una tierra. Una tierra mitificada, una tierra poética, una tierra virgen aún sin descubrir. Necesitamos, pues, exploradores. Seguimos regenerando…


                                                             
Bibliografía:


-Burgos, Antonio. (1972). Entre la cultura y el folclore. Andalucía, ¿Tercer Mundo? (pp.129-171). Barcelona.

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