lunes, 27 de enero de 2014

CALLA UN DÍA, FALACIA AL SIGUIENTE

JAIME FERNÁNDEZ-MIJARES 



Hoy día puede que se asista a la penalización de lo obvio, al castigo al ahorro; viendo cómo aquello de bueno es en verdad adquirir, pero es mucho mejor conservar se vitupera hasta la saciedad por quienes tienen a su favor el poder más fuerte que existe, y hacen más robusta aún un arma que se diluye como el hielo al que agua se derrama: la falacia. Ese maltrato a la virtud del equilibrio y el ahorro viene de todos lados. Pero, para quien tenga una mínima idea de economía, resultará ofensivo e incluso sorprendente que la presidenta de la Junta exprese su deseo de que el crédito fluya. Tal cual, sí, es decir, que nos endeudemos más. Los poderes, parece, que tienen claro que los ciudadanos obran igual que ellos: gastando como si el dinero fuese infinito.

Cuando nos presentan un caramelo ante nuestras mortales narices y reales ganas, nuestra coherencia corre el riesgo de irse a la idílica porra –véase Rosa Aguilar, quien una noche se acostó siendo de Izquierda Unida, y a la mañana siguiente se levantó siendo ministra y socialista… dejando a un lado su discurso bramante contra bancos y entidades de crédito-. A esto hemos asistido esta semana que queda atrás. La presidenta firma un “convenio” con el Banco Santander por valor de 500 millones de Euros, es decir, un crédito, a un gobierno de coalición que ha criticado “la repugnante usura de las entidades financieras”. Un “convenio” -amo el subterfugio del lenguaje de los políticos españoles- que la Junta tendrá que devolver en un año a un tipo de interés entorno al 3 o 4%.

En la ceremoniosa y solemne firma de este bendito convenio la presidenta expresó su deseo de que fluya el crédito y su compromiso por la creación de empleo. Llevamos desde Brumario con titulares del corte: “La presidenta dice, expresa, inaugura, expuso, mencionó, nombró –esto se da muy bien en la Junta y demás instituciones públicas- , formuló, anunció, enunció, enumeró, observó´´, pero pocos titulares, más bien ninguno, que enuncien algo positivo o de importancia real para los andaluces. La presidenta se apunta al carro del subterfugio del lenguaje. Si con un Ministro supimos que los salarios moderaban su crecimiento, no decaían, con la presidenta trianera nos queda claro que ese argumento falaz de la creación de empleo por parte de los políticos es una tónica habitual y peligrosa.

Esperemos que la abadesa de San Telmo tenga claro que los políticos no crean empleo alguno. En Andalucía, concretamente, llevan unos cuantos años haciendo otra cosa que parece que les contenta -de lo contrario no entenderíamos tanta sonrisita cómplice en las bancadas del Hospital de las Cinco Llagas- que no es otra cosa que administrar la miseria y prometer lo prometido para volver a prometer, toda vez que la inoperancia se atestigua pero el pueblo, que inexplicablemente, perdona.

El Botín de Susana


Dicho esto, la presidenta, tiene ese dinero destinado a pagar nóminas y deudas. Pero, estén atentos; tenemos a Maíllo, quien dice que ese dinero debe destinarse a gasto social. ¿Más gasto social, señor Maíllo? Es adorable como Izquierda Unida sale a ver el sol para pedir “gasto social”, esa quimera que se utiliza como escudo para afianzar una protección a los desamparados que al final solo hace desamparar aún más. Es cómico –por así decirlo- como este gobierno es capaz de decir que Andalucía es “una comunidad que en estos momentos representa, una vez más, un factor de estabilidad política y económica para el conjunto de España”. ¿Cómo se explica entonces que Andalucía tenga que acudir al Fondo de Liquidez Autonómica y a un préstamo de este tipo de los bancos que tanto vituperan? Ser factor de estabilidad económica sería tener un tipo medio IRPF por debajo del 37% actual, o un tipo máximo menor del 56%. Maíllo no va a contar en sus comparecencias que Andalucía es la comunidad que más impuestos paga, pues en el fondo es eso lo que quiere, y por tanto, no va a bramar por que a ustedes les bajen impuestos, bramará porque a ustedes les den créditos, se endeuden, sus empresas les paguen salarios más altos y entonces, solo entonces, les subirá impuestos, que esto es Andalucía, la Suiza de España.

Mientras tanto, Diego “Romanones” Valderas permanece sentado, con esa perífrasis y verbo florido e ininteligible en ocasiones, pensando “Fórmulas sencillas para resolver problemas complejos, no las conozco, así que, ¡venga ese crédito bueno de 500 millones y que vivan los bancos!” . Luego está la ``oposición´´, esperando un plácet de Moncloa, una bula que se hace derogar para dilucidar a quien no tendrá que hacer frente a los Abadeses de San Telmo, y recordando a Diego y a Susana lo malos que fueron un día por criticar a los bancos y pecar de incoherencia, días después.


Al día siguiente tenemos a media legión de políticos de IU-PSOE admirando a Keynes, ojo, admirando al Keynes que proponía sólo lo que beneficia a los gobiernos: gastar y endeudarse, olvidando lo que no es tan divertido, ahorrar y bajar impuestos. Pero aquí tenemos un gobierno que hace lo contrario que decía Mr. John Maynard, que el gobierno sólo invierta cuando el sector privado no lo haga, que en procesos de recesión baje impuestos para estimular la economía –miren, haciendo eso, quizás la presidenta cree empleo, aunque crear, crear… ella no cree-. Pero les confesaré que pasará: cuanta más financiación tenga este gobierno, más gastará, menos ahorrará, y si se ralentiza la economía andaluza. La culpa, claro está, será de Madrid y gastarán aún mas y subirán aún más si pueden, los impuestos y tramos que tienen cedidos, así pues, nos hemos dado unos gobernantes que sólo se acuerdan de Keynes para sacar la cartera, y penalizando su ahorro, pues el ahorro no tiene validez moral alguna, solo es una opción, tal y como me confesaba el otro día un buen amigo “seguidor” de Keynes. Así, con todo, les dejo regalos para que sepan cuánto trabajan para esta Comunidad Autónoma y cuánto trabajan para el Estado, dirigido por un gobierno “neoliberal”, que hace que el 48´3% del PIB corresponda al gasto estatal –menudo liberalismo-. Felicito a Valderas por su desengaño con los bancos, de ahí al PSOE y luego… al Ministerio.

viernes, 24 de enero de 2014

EL ESPÍRITU DE CÁDIZ

ÁLVARO GUIJO 


Cádiz, 1812. Inmersa en el fragor del asedio napoleónico, la trimilenaria ciudad respiraba un ambiente contradictorio, propio del trágico momento histórico que atravesaba España. Los diputados reunidos en las Cortes –españoles de ambos Hemisferios- se dividían entre los defensores del Antiguo Régimen (serviles) y aquellos que propugnaban la limitación del poder regio y el establecimiento de un sistema representativo que consagrara la libertad individual y los derechos del ciudadano como principios irrenunciables sobre los que refundar, desde los cimientos, la nación que habría de resurgir tras la invasión francesa. Precisamente, fue en estas penosas circunstancias cuando el concepto liberal se utilizó por vez primera en contraposición a los serviles. En este sentido se pronunció F.A. Hayek: “Como denominador de un movimiento político, el liberalismo, sin embargo, sólo aparece a comienzos del siglo siguiente. La primera ocasión fue en 1812 para designar al partido español de los Liberales, y poco después fue adoptado como nombre de partido en Francia” (New Studies in Philosophy, Politics, Economics and the History of Ideas, 1978). Desgraciadamente, el liberalismo habría de fracasar a manos del otrora deseado Fernando VII, que aplastó despóticamente las sucesivas intentonas que aspiraban a recuperar el espíritu de Cádiz y reconquistar, con él, la ansiada libertad.

Cortes de Cádiz, 1812

            Salvando las evidentes distancias históricas, las ideas liberales sufren hoy la misma derrota que la infligida dos centurias atrás por el rey felón. Resulta cuanto menos desolador que Andalucía –cuna del término liberal- sufra hoy las tasas de desempleo más elevadas de la OCDE (36,4%, EPA 3T 2013), lacerante producto de tres décadas de gobierno socialista y, a pesar de ello, no exista en nuestra tierra un Partido Liberal que plantee una alternativa seria al dominio monolítico de las ideas colectivistas. ¿El Partido Popular? Ni está ni se le espera.  

            Si algo ha demostrado el gobierno de Rajoy es que su formación política responde a cualquier calificativo menos al de liberal. Basta analizar de una forma mínimamente objetiva la hoja de servicios del Ministro de Hacienda y AAPP. El señor Montoro (jienense y diputado por Sevilla para más señas) tiene en su haber la palmaria traición al programa electoral con el que su partido concurrió a los comicios de noviembre de 2011. Así, el citado documento afirmaba que abordarían “una revisión del sistema fiscal con el objetivo de colaborar al crecimiento potencial de la economía mediante el estímulo al trabajo, la asunción de riesgos, el emprendimiento y el ahorro” (p.42). ¿Piensa acaso el señor Montoro que el mantenimiento del Impuesto sobre el Patrimonio y la subida de las cotizaciones sociales (verdadero impuesto sobre el trabajo), el IRPF, el IVA, el Impuesto de Sociedades, los Impuestos Especiales (entre otros, tabaco, alcohol y gasóleo), los Impuestos Ecológicos, el IBI y un largo etcétera de tributos y regulaciones estimulan el trabajo, la asunción de riesgos, el emprendimiento y el ahorro? ¿Considera el diputado por Sevilla que ésta es la revisión fiscal que perseguían sus electores? Ante la evidencia, el Gobierno sostuvo que no les quedaba más remedio, que subir impuestos era la única alternativa posible para lidiar con el morlaco de la recesión. ¿Verdaderamente cree el actual Gobierno que los diputados reunidos en Cádiz se encontraban en una situación plácida cuando redactaron el primer texto constitucional de nuestra Historia? ¿Acaso consideran que la prima de riesgo es más temible que la artillería francesa? Pues bien, incluso en ese momento desesperado, los depositarios de la soberanía nacional tuvieron la posibilidad de optar, y optaron por la libertad.

Cristóbal Montoro, Ministro de Hacienda


Es más, independientemente de sus profundas incoherencias, la actitud matonesca del titular de Hacienda –entre cuyos dudosos méritos está utilizar a la Agencia Tributaria como arma arrojadiza para amenazar a periodistas, tertulianos, políticos, futbolistas o actores- haría sentirse orgulloso al mismísimo Fernando VII que, salvando las distancias, traicionó el juramento por el que se convirtió en rey, dio la espalda al pueblo soberano y se sirvió del poder para ahogar el legítimo disenso de los ciudadanos. El furibundo desprecio de Montoro hacia la libertad de expresión y su despótica concepción del poder político evocan posiciones más cercanas a los serviles decimonónicos que a los amantes de la libertad.

En estas circunstancias, es recomendable plantearse la siguiente cuestión: ¿Qué alternativa política real tenemos los liberales en España? ¿Existe algún partido capaz de recoger el testigo de aquellos diputados que, en 1812, devolvieron al pueblo lo que al pueblo pertenecía, consagrando la libertad civil, la propiedad y los demás derechos legítimos de todos los individuos (art. 4 CE 1812)? Me temo que no. O, al menos, no por el momento.

Todo ello nos conduce a la imperiosa necesidad de construir un proyecto político que plantee una alternativa liberal en España. Al contrario de lo que muchos creen, el liberalismo no consiste (al menos no en su corriente mayoritaria) en la eliminación del Estado y el laissez faire absoluto; en la ley de la selva o el capitalismo depredador. La doctrina que defendieron en Cádiz ilustres prohombres como Agustín de Argüelles o Diego Muñoz Torrero propugnó los valores de la libertad y la igualdad por encima de los estamentos sociales preestablecidos, garantizando el respeto a los derechos individuales y la propiedad privada. Limitó el poder omnímodo del monarca, estableciendo la separación de poderes; incorporó la ciudadanía española para los nacidos en ambos Hemisferios; abolió la Inquisición, los señoríos feudales, la tortura y la esclavitud; consagró la libertad de industria, la libertad de prensa y el libre mercado. De este modo, el hombre dejaba de ser un mero siervo del Estado para convertirse en ciudadano, en único dueño de su destino; conquistando la libertad, imprescindible para realizarse como persona, individual y socialmente.

Tumba de Argüelles


El concepto fundamental del liberalismo se centra, por tanto, en la limitación del poder, sea éste público (Estado) o privado (empresarios monopolistas). Siguiendo a Adam Smith, el Estado tiene como funciones principales las siguientes: “Primero, el deber de proteger, en cuanto sea posible, a cada miembro de la sociedad de la violencia e invasión de otras sociedades independientes. Segundo, el deber de proteger, en cuanto sea posible, a cada miembro de la sociedad frente a la injusticia y opresión de cualquier otro miembro de la misma, o el deber de establecer una exacta administración de la justicia. Y tercero, el deber de edificar y mantener ciertas obras públicas y ciertas instituciones públicas que jamás será del interés de ningún individuo o pequeño número de individuos el edificar y mantener, puesto que el beneficio nunca podría reponer el coste que representarían para una persona o reducido número de personas, aunque frecuentemente lo reponen con creces para una gran sociedad” (La Riqueza de las Naciones, 1776). Parafraseando a Milton Friedman, el Gobierno debería ser el árbitro, no un jugador activo. Laissez-faire sí, pero dentro del ordenamiento jurídico establecido por los legítimos representantes de la soberanía popular. Estado sí, pero sujeto a los límites propios de su estructura (imperio de la ley, separación de poderes, organismos independientes de supervisión y control, modelo territorial descentralizado…); sometida su prodigalidad en el gasto a la cláusula constitucional de estabilidad presupuestaria y su voracidad recaudatoria a la competencia fiscal entre administraciones nacionales e internacionales; controlado por el pueblo, a través de un sistema electoral que establezca listas abiertas e incentive la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos, y vigilado de cerca por medios de comunicación libres e independientes de subvenciones, concesiones públicas u otras prebendas. Controlado, en suma, por la sociedad de la que el Estado no es dominus sino mero siervo.
Argüelles



Argüelles murió, y con él una generación de grandes hombres que arriesgaron sus vidas por defender la libertad. Como reza su epitafio, “Aunque tu aliento a su rigor sucumba, / te hicieron inmortal gloriosos hechos: / flores han de sobrar sobre tu tumba, / mientras respiren liberales pechos”. Hoy somos depositarios de su memoria. El espíritu de Cádiz está en nuestras manos.

domingo, 19 de enero de 2014

Hemingway y Welles: pasos convergentes en la Piel de Toro

PABLO JOSÉ MARTÍNEZ
 
 
 

«Hemingway pensaba que había inventado los toros.
Probablemente lo hizo»

 
 
El propio Orson Welles explicaba que su “extraña relación” con el escritor Ernest Hemingway comenzó en un hotel de Madrid, una tarde del 37, en plena defensa de la capital. “Habíamos quedado en la proyección de una película que él [Hemingway] había hecho, y que quería que yo narrase”. Esa película, Tierra de España, de la Sociedad Contemporary Historians, resultó ser uno de los retratos más duros y representativos del de la Guerra Civil; tanto, que fue un documental prohibido en nuestro país durante más de 40 años.
 
Cuando Welles llegó a su cita, el escritor, que bebía de una botella de whisky en la penumbra, le entregó el texto al que debía poner voz; un guión que Welles encontró lleno de solemnidad y expresiones pomposas. Tras leerlo, el joven cineasta cometió la osadía de preguntar a Hemingway si en lugar de narrar la frase “estos son los rostros de los hombres que se acercan a la muerte”, no sería mejor mostrar los rostros, sin rodeos. Por supuesto, no fue necesario nada más para exasperar el orgullo y el agrio carácter del escritor, que sarcásticamente se burló de Welles y su teatro de vanguardia, el Mercury. “Vosotros, los jóvenes afeminados del teatro, ¿qué sabéis de la guerra?”. La broma continuó cuando el legendario cineasta contraatacó “cogiendo el toro por los cuernos”, y exclamó con gestos afeminados: “Señor Hemingway, ¡qué fuerte y grande es usted!”. Aquel encuentro concluyó con una grotesca batalla de sillas entre dos de los mayores genios del siglo XX, bajo proyecciones de escenas de la Guerra Civil Española.
Esta cita sólo fue el epílogo ilustrativo de una misma querencia vital. De hecho, Ernest Hemingway y Orson Welles tenían mucho más en común de lo que imaginaban por aquel entonces. Y algo que les unía (y separaba) más que cualquier otra cosa era el amor incondicional que procesaban por España y sus exóticas tradiciones, en especial la Tauromaquia. Ambos encontrarían a su llegada la Península un país en el que el toro hacía las veces de alimento en los años del hambre; un país, en definitiva, bien diferente a los cafés parisinos de Hemingway o la frenética vida hollywoodiense de Welles. Ambos se unirían a la causa republicana en la Guerra, y ambos se resignarían durante décadas a ver las corridas desde barreras plagadas de autoridades y personajes del franquismo. Ambos, desde entonces hasta el fin de sus días, disfrutarían de la edad de oro de la Tauromaquia, y ambos, más que meros observadores, terminarían siendo historia de ella.


 
La influencia del toro en sus respectivos trabajos, sin embargo, comienza a fraguarse tiempo atrás, algunos años antes de este encuentro anecdótico. Más desconocida es, por ejemplo, la estancia de cuatro meses en el barrio de Triana de un joven Orson Welles que, a sus 17 años, aún era un inocente fan de Hemingway. Corría el año 1932, y Welles se había instalado en un humilde alquiler encima de un burdel. Desde allí quedó prendado de lo más profundo del universo trianero; tanto, que se decide a torear cuatro corridas desastrosas que él mismo costea. Su nombre artístico como fugaz torero: el Americano. Pocos años después, este torero imposible de frustrada historia romántica revolucionaría Nueva Yersey con su versión de La Guerra de los mundos, convirtiéndose en hito de la historia de la radio e impartiendo a la massmedia su primera gran lección. Sería también el Americano quien firmase, mucho después, la que se considera la primera joya del celuloide: Ciudadano Kane (1941). Otro de sus hitos vitales fue perder la cabeza y contraer matrimonio con la mujer más deseada del mundo: una belleza de ascendencia sevillana llamada Margarita Carmen Casino, más conocida en la gran pantalla como Rita Hayworth.
Pero para cuando Welles hubo impreso su nombre en un cartel taurino, hacía años que Ernest Hemingway le llevaba ventaja en el camino al descubrimiento de España. De hecho, ya había escrito una de sus muchas obras maestras: Fiesta (The sun also rises, 1926), en la que sus protagonistas, americanos como él, viven un delirio de sanfermines, vino y emociones florecientes. Tal y como ocurre en infinidad de novelas de Hemingway, la precisión en las descripciones y detalles taurinos son impecables, delatando un conocimiento casi profesional, de manual. No en vano, el escritor se había mimetizado con aquella España desde el primer momento. Su debut en los sanfermines le pareció “el jodido cachondeo más loco y divertido que puedas ver jamás”. Había venido a la Piel de toro con la intención de conocer otras realidades, nuevas fuentes de inspiración, absolutamente convencido de que repudiaría las corridas. Aquí encontró, sin embargo, lo que siempre había perseguido en su búsqueda vital y creativa: riesgo de verdad, estética, el constante precipicio hacia la muerte con el que tanto jugaba dentro y fuera de sus novelas...
 
Para el comienzo de la Guerra Civil, don Ernesto Hemingway, corresponsal de American Newspaper Alliance, ya se había instaurado como una auténtica institución en la Literatura y en el toro, a pesar de lo cual, no duda en jurar que no volverá a España mientras hubiese un solo republicano encarcelado por motivos políticos. Fue en 1953, en el Festival de Cannes, cuando, tras un exilio que se antoja interminable, las vidas de las dos leyendas norteamericanas vuelven a converger. Welles vive allí un encuentro con un amigo al que pregunta sobre la posibilidad de regresar a España. Para su sorpresa, es informado de que Hemingway ha roto su juramento y, no sólo ha regresado, sino que el Régimen, que ensaya una apertura y necesita de Norteamérica para acabar con su aislamiento diplomático, le deja campar a sus anchas. Paradójicamente, España se convertiría entonces en un refugio frecuente para el director de cine, que se encontraba en su particular exilio europeo tras varios fracasos comerciales en Hollywood.
Durante esta reconciliación, o más bien resignación, con nuestro país, Hemingway recorría cada rincón de Madrid de taberna en taberna y de discusión en discusión como el whisky recorría sus venas, y, por supuesto, rara vez faltaría en los años posteriores a sus amados sanfermines de Pamplona. El zénit de la prolífica relación entre España y Papá (como era conocido) culminaría en mayo del 59, en uno de sus últimos viajes, cuando comienza a escribir una serie de artículos para la revista Life. El capítulo más emblemático, el mano a mano del momento: Luis Miguel Dominguín y Antonio Ordóñez, cuyo éxito celebra esa noche Hemingway casi como propio. Durante aquellos días felices y frenéticos que auguraban un final peligroso, se celebró el 60 cumpleaños del ya premio Nobel de Literatura en La Cónsula, la finca de un matrimonio norteamericano instalado en Málaga. A la fiesta acudieron los más extravagantes invitados, venidos de todo el mundo para vivir unos días de leyenda entre tertulias, baños de piscina, alcohol y todos los excesos imaginables. Los artículos de aquel estío del 59 llevarían por nombre un título casi premonitorio: El verano peligroso. Y es que, a pesar de su esplendor literario, estos escritos se convertirían en detonante e icono de la espiral destructiva de Papá, que, durante su elaboración, había consumido aún más su prestigio, su mente y su hígado. Dos años más tarde, sin haber digerido el escaso éxito comercial de El verano peligroso, don Ernesto se quitaría la vida con un tiro en la sien, como había hecho su padre.
 
 

Es precisamente el diestro Antonio Ordóñez otro de los nexos -y a buen seguro otro motivo de reticencias- entre escritor y cineasta. “Nunca discutimos sobre los toros porque, excepto en el tema de Ordóñez, estábamos en desacuerdo en muchísimos puntos. “Hemingway pensaba que había inventado los toros, probablemente lo hizo”. Sin embargo, ambos llegaron a encontrar en él la representación mundana de la unión de los instintos básicos: erótica y muerte. El perfecto matrimonio entre Eros y Thanatos. Su padre Cayetano, el Niño de la Palma, ya había protagonizado dos décadas atrás las páginas de Muerte en la tarde (1932), y él haría lo propio en Fiesta (en forma del personaje Pedro Romero).
Una de esas frases de dudoso origen que terminan por convertirse en cita épica cuenta que los ojos de Welles se hundían un buen día en el pozo de la finca del torero, suspirando por que sus cenizas, al llegar la hora, reposasen allí. “Un hombre no pertenece al lugar en el que nace, sino a dónde elige morir”. Pero antes de morir, el Americano aún tenía que ver cómo España estrenaba al fin Democracia, aún tenía que obsequiar al fino jerezano con la mejor de sus promociones, y aún tenía muchos trabajos pendientes sobre las tradiciones patrias. El más conocido fuera de nuestras fronteras cañís es Don Quijote, un filme en el que caballero y escudero viajan por la geografía española de sarao en sarao, bajo la particular visión del director; una empresa quijotesca que terminó por consumir el tiempo y el dinero de Welles, y que jamás podremos ver conclusa.



 



La muerte sorprendió a Orson Welles en Los Ángeles en 1985 ante una máquina de escribir, truncando su vida a los 70 años y dejando inconcluso aquello que estuviese escribiendo. Quién sabe si otra obra maestra. Un infarto le arrebataría el derecho natural a elegir el lugar de su muerte, aunque, viajando en una urna de madera en el equipaje de mano de su hija, cruzaría el Atlántico por última vez para descansar donde él había pedido: el pozo de la finca Recreo de San Cayetano, bajo una capa de albero de la plaza de toros de Ronda. Entre los asistentes a su funeral español, una joven Carmina Ordóñez ya acaparaba los focos de la prensa nacional, mezclada entre el corrillo abigarrado de la comitiva de taurinos, periodistas y personajes de la época que allí escenificaban el segundo último adiós de Welles.
“Nos convertimos en grandes amigos; no de la clase de amistad que se renueva cada año, pero sí durante muchos años en diferentes ocasiones”. Cada uno a su manera, cineasta y escritor habían elegido la muerte desde dos concepciones dispares. El Americano en una finca del sur, y Papá en las paredes de tabernas, hoy reconvertidas en gastrobares que repudiaría; ambos, eligieron España como un lugar para eternizarse.



Nota: la narración de Orson Welles para la película documental Tierra de España fue finalmente descartada. La versión que se conserva hoy tiene la voz del propio Hemingway.




 

 
 

jueves, 16 de enero de 2014

ENTREVISTA A DIEGO DE LOS SANTOS

"ME INICIÉ EN EL TERRENO POLÍTICO A TRAVÉS DE MI PROFESIÓN MÉDICA. NO NECESITÁBAMOS LA POLÍTICA PARA VIVIR".




Diego de los Santos





Diego de los Santos López. (El Viso del Alcor, 1936). Jefe de Sección del Departamento de Cirugía (Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla) desde 1968, y Prof. de Cirugía desde 1980. Concejal de los Ayuntamientos de su pueblo natal, El Viso del Alcor, y de Sevilla, en donde fue también Diputado Provincial. Diputado a Cortes (1978-1982) y Eurodiputado (1989-1993). Su compromiso con la Sanidad Pública, le determina a la participación política en la transición democrática autonómica, desde su experiencia formativa en Alemania y Suiza, siendo cofundador del Partido Andalucista. Es precisamente en esta doble dirección donde desarrolla toda su actividad teórica, práctica e investigadora, siendo su libro Andalucía en Europa una muestra significativa de sus conocimientos. 




¿Qué recuerda Diego de los Santos de su infancia y de sus primeros años de juventud?


De mi infancia recuerdo el pueblo y recuerdo a mi padre. Mi padre, al igual que yo, tuvo vocación por la medicina. Vocación que nace en mis años de juventud, cuando termino el bachillerato en los Salesianos de Utrera. En aquella época, de ingenuidad y de ilusión, me matriculé en la Facultad de Medicina. Estudié en los pasillos del actual Parlamento Andaluz. Por aquel entonces conocí la dureza de la vida a través de los enfermos que cada día visitaba.



La década de los años cincuenta, las necesidades que cada día observaba y su vocación para el cuidado de sus semejantes, ¿fueron los motivos que le llevaron a su compromiso con la política?

Sin duda. Por aquel entonces comenzamos a gestar una alternativa política. Fue la búsqueda de un imposible. Yo era delegado de la Facultad de Medicina y Alejandro Rojas-Marcos, que estudiaba Derecho, se interesó por mí. Comenzamos a recorrer España, con la Universidad como eje que nos vertebraba; poco duró eso sí la aventura: a Alejandro Rojas-Marcos lo detuvieron en Madrid y a mí en Granada. Suerte que el Gobernador Civil de Sevilla tuvo trato conmigo, y bueno, nos soltaron...

Por tanto, la Universidad como vehículo de la transmisión de ideas, de conocimientos.

Exactamente eso. Virtud que hoy, a grandes rasgos, no consigo percibir.

En esa alternativa política que nos ha comentado, ¿hubo diferentes corrientes ideológicas y políticas? ¿La búsqueda de un imposible exigía la unión de las partes en un todo?

Sí. Hubo diversas corrientes ideológicas. Quizá, por su importancia, debemos destacar el trabajo de Comisiones Obreras y del Partido Comunista. Mas al margen de todo esto, nos sustentábamos en un criterio fundamental: teníamos un contenido en nuestras tesis y en nuestras premisas, pretendíamos subsanar el déficit político y social de Andalucía. Esto lo echo en falta en los movimientos políticos que ahora surgen, echo de menos un proyecto con un contenido medido, estudiado, estructurado, comprometido...

¿Podemos decir que aquella aventura fue el germen del Partido Andalucista?

Es probable que así fuese. El partido se crea provincia a provincia, en un proceso relativamente dilatado en el tiempo. La casa de Alejandro Rojas-Marcos fue el epicentro. Memoria de Luis Uruñuela. En esta etapa de mi vida, años sesenta, emigro a Alemania y a Suiza. Experiencia crucial para mi formación en la medicina y en mi carrera profesional.

¿Mientras trabajó en Alemania y en Suiza perdió el contacto con aquel ideal que se estaba materializando? ¿Qué se encontró en su retorno a España?

Mantuve el contacto con Rojas-Marcos y con Uruñuela. No olvidemos que me inicié en el terreno político a través de mi profesión médica. No necesitábamos la política para vivir. Implicación y compromiso con la sociedad como analogía del cuidado de un paciente. 

Me encontré con un Rojas-Marcos fortalecido. Con un ideal que había tomado forma en las siglas. Me encontré con un cuatro de diciembre. Me encontré con una bandera, con un himno y un escudo hasta entonces poco conocidos.

¿Recuerda la primera vez que escuchó el himno?

Por supuesto, la primera grabación la hizo Carlos Cano en una casa de disco que regentaba Benito Moreno.

¿Hizo el Partido Andalucista el "trabajo sucio" de la autonomía, cuyos logros han beneficiado al PSOE en los libros de Historia?

Bajo ningún concepto el PA hizo el trabajo sucio por la autonomía, en cualquier caso hizo el trabajo limpio. El PSOE quizá se haya apropiado de todo esto. También debemos reconocerle su labor, a pesar de todo. Claro está, con la dictadura había mutis por el foro...

¿Qué distancia separa a la política actual de la política que usted ha vivido?

La deformación de los ideales y su traducción en un poder por el poder. Ah, y que nosotros vivimos para la política; no de la política.

¿Dónde podemos hallar el problema de esa deformación de la política?

Creo que es muy sencillo de explicar: la política se deforma porque la sociedad se degrada.

Diego, ¿nos puede definir qué fue para usted el andalucismo?

El andalucismo es el compromiso personal y político por la defensa de los valores de Andalucía. Una política que no se encuentre llena de cadáveres.

De su experiencia en el Parlamento Europeo, ¿nos indica qué necesita  y qué puede aportar Andalucía a Europa?

Partimos de una base: estamos incardinados en Europa en el contexto actual. Somos en gran parte cultura europea. Como comprenderán me considero europeísta. Mi experiencia en el Parlamento Europeo fue positiva. Andalucía de Europa quizá, siendo franco, necesite sus resultados en educación y su escasa tasa de paro. ¿Qué puede aportar Andalucía a Europa? Un mercado aún por explotar y una joya aún por conocer.

En conclusión, ¿en qué creyeron en aquellas reuniones y en qué han derivado esas ilusiones de sus viajes como delegado de la Facultad de Medicina?

Nosotros creíamos en la libertad. ¿Derivado las ilusiones? En nada han derivado, hoy he comprobado que aún tengo la esperanza.


domingo, 12 de enero de 2014

DON ERRE QUE ERRE

JAIME FERNÁNDEZ-MIJARES ANDRADE



¿Quién no recuerda a don Paco Martínez Soria en aquella magna obra de José Luis Sáenz de Heredia Don Erre que Erre? Es difícil no haber visto dos imprescindibles del cine español como éste y La Escopeta Nacional. Retratos de la España de aquella época y fotografía de alguna que otra cámara autonómica.
Tras las fiestas, y la vuelta al deporte, tenía este servidor ganas de flagelarse y ponerse a analizar concienzudamente el discurso de la presidenta y catequista. Ella aparece en la Alhambra, en el Patio de los Leones, cual Lisa Simpson que aparece en el Despacho Oval de la Casa Blanca. Empieza fuerte, hablando de un sector industrial que, a juicio de cualquier andaluz, es casi inexistente o ni está ni se le espera. Pasa al impulso de un nuevo modelo económico, porque para eso están los discursos: para falacias y argumentos románticos, sigamos.

La meta de este gobierno es el empleo y combatir la lacra del desempleo. Amo cuando los políticos utilizan esa gran mentira del “crear empleo”. La presidenta prosigue con un alegato contra la desigualdad, el empobrecimiento y la pérdida de esperanzas, llegando al destino del mantenimiento de la sanidad pública. España es un Estado Social, Democrático y de Derecho pero se ve, que aun siendo jurista, no tiene muy leída la Constitución, pues la cláusula del Estado Social obliga entre otras cosas al mantenimiento de sanidad pública y universal. La trianera continúa anunciando la batalla por la apuesta de la educación pública –qué beligerancia, Ben Franklin mío, parecía que iba a descolgar el teléfono y mantener una conversación con el enemigo, a lo Gila-.

Evidentemente, no puede faltar aquello de ``tenemos la generación de jóvenes mejor formada de la Historia´´. La presidenta se viste ahora de marine, concretamente de US NAVY SEAL, parece que de un momento a otro va a soltar la leyenda del dintel de la puerta de entrada al cuartel del SEAL, ``El único día fácil fue ayer´´, y nos dice que debemos ser inconformistas, tener ilusión. Alto en el camino, paréntesis: sólo digo que este discurso tuvo utilidad hace 31 años.

La presidenta desea que ojalá salgamos pronto de la crisis, mostrándose con un gesto con la mano en el corazón y sigue, para anunciar que Andalucía ha experimentado avances notables y es una Comunidad Autónoma alejada de la marginalidad. Supongo que se referirá como avance notable a ese 1.011.100 andaluces que son analfabetos .

Susana Díaz. Presidenta de la Junta de Andalucía.


La señora de San Telmo se viste de marinera para decir que ante otros problemas no han llegado a buen puerto, pero espero se nos conceda el beneficio de la duda para preguntar si alguna vez partieron de puerto alguno. Cómo no mencionar, en un discurso de fin de año para la Comunidad Autónoma que preside, a Blas Infante. Ella y su partido, los que descubrieron a Blas Infante, el Himno y la Bandera...Oh, esperen, que no, que eso no lo hicieron ellos, aunque ahora sean más andalucistas que Infante. Llegamos a la piedra filosofal del mandato de Díaz, la IMPLACABILIDAD en la lucha contra la corrupción. Querida presidenta, la próxima vez, ahórrese su implacabilidad y cuéntenos que a la pequeña abeja le llamaron maya, de corazón le prometo que, precisamente eso, me lo creeré más que su IMPLACABILIDAD. Volvemos al capítulo GRANDES REFORMAS, GRANDES ACUERDOS. Y parece que estamos de nuevo en el 82’, comprometiéndose a lo mismo que, en aquella época gloriosa de la música, se comprometían… y culmina con una oda a esta tierra en la que tantas personas queremos desarrollar nuestro proyecto de vida en libertad, respeto y solidaridad –no lloré con James Stewart en el El caballero sin Espada y estuve a punto de llorar al escucharla-.

Diego Valderas. Vicepresidente de la Junta de Andalucía.


En definitiva, tenemos una presidenta a la que le escriben el discurso desfasado treinta años, aunque recomendaría a sus asesores que se ahorren escribir más piezas para legislaturas venideras. Este vale para todos los fines de año que le quedan, que son muchos, porque prometerá siempre lo mismo y ni adelgazará la administración ni hará lo posible por ahorrarnos burocracia o solucionar los problemas en los que llevamos 30 años, porque era siempre mejor convertir en funcionarios a 25000 trabajadores contratados, sin oposición o algo parecido, que solucionar lo que de verdad importa. Pues de algo tiene que vivir Susana y sus predecesores, de prometer lo siempre incumplido, pues es mejor procurarse los votos de los estómagos a solucionar y equilibrar.

Entre tanto tenemos a los Hombres G, el simpático Valderas e Izquierda Unida. Don Erre que Erre con el Bautizo Civil: una ceremonia de imposición de nombre y bienvenida a la democracia . Más romanticismo, y parece que llegaremos a un punto en el que haya que bautizarse civilmente, si no, ni se será demócrata ni ná. Y el vizconde Naranja de Bollullos está como la esfinge que espera, asintiendo a todo y diciendo que sí a todo y sonriendo; apunto de sentenciar como Romanones, ``ustedes hagan la Ley, que yo hago el reglamento´´. Y no será por ganas, pues el vicepresidente para todo (Alvaro Guijo dixit) afirma que el año 2014 será fructífero en leyes. Agárrense al asiento, que puede que nos riamos, como con la idea del bautismo civil. Creo que escuchó aquello de Marco Tulio Cicero: ser esclavos de las leyes para ser libres, y lo tomará muy al pie de la letra.


Y la oposición, ¿dónde está mi oposición? –que cantaría mi querido Silvio-. Pues ellos siguen ahí, ¿que no les ven? Uno de los libros que mas me marcó fue Vida de Pi, pues la oposición sigue en su balsa en mitad de su océano pero, a diferencia de Pi Pattel, sin gana alguna de protagonizar una historia de superación y cambiar las cosas, jugando a un juego peligroso, pues cualquiera en esta comunidad puede pensar que están bastante cómodos donde están después de treinta años. Y aquí seguimos, la presidencia promete lo que hace treinta años, el vicepresidente que sonríe y pretende que le den la razón y la oposición… bueno, no seamos tan malos, que a Don Erre que Erre alguien tiene que darle la razón de su existencia. 

miércoles, 8 de enero de 2014

SINDICATOS DE LA MAGIA

GONZALO GRAGERA


Despedimos el año y otro que ha llegado, y la vida parece seguir igual. Retornamos de los excesos y de las fiestas para toparnos con la enésima frustración que asola las instituciones de Andalucía, ésas que maquillaron España para que no la conociese ni la madre que la parió. No pude contemplar los inicios de la democracia, ni la clandestinidad de los primeros albores de la transición, tampoco la Brigada Social me detuvo; no he luchado por las libertades cuando éstas no eran más que una idealización de cuatro que en un coche se administraban, sólo he aprehendido la calma de la tempestad. De todo ello y de aquellos años por los libros que he leído conozco. ¿Quizá un mito? ¿Quizá una leyenda? Quién sabe. Lo cierto es que algo se gestó en estos años, un germen que hoy florece en los letreros de los organismos públicos. Benditos mitos. Benditas leyendas. El idealismo pragmático que traduce la utopía y la convierte en historia.

El pasado mes de diciembre de 2013, en concreto el día veinte, se cumplieron cuarenta años del juicio oral en el Proceso 1001. Juicio que condenó a los sindicalistas Soto, Saborido y Acosta a 20, 12 y 17 años respectivamente. No haremos leña del árbol caído, algo tan español y de tan mal gusto que prefiero apartar de mi lado. En el sindicalismo de la clandestinidad, al margen de las recreaciones románticas que de ello podamos sugerir, radicaban los principios de nobleza y de valor, de coraje y de disciplina, de trabajo y de persistencia. A pesar de todo. A  pesar de la pena que te priva de la libertad. A pesar del navegar en un constante precipicio.

Francisco Fernández, ex secretario general de UGT Andalucía (Fuente: ABC).


La enésima frustración que asola Andalucía en estos primeros días del año se halla en los intestinos de un sindicato. Facturas falsas para jugar con la ilusión de los niños. Y de los mayores. Parece que los principios de nobleza y de valor, más que regenerar, hayan degenerado. ¿Para esto la condena y la clandestinidad? ¿Para esto la honradez de tantos sindicalistas que su libertad dieron por la libertad de los demás? ¿Para esto el ensalzar unas siglas que son carne de los buitres que aprovechan la decadencia del sindicalismo en razón de sus intereses? No podemos consentir esta degradación de los sindicatos. El silencio en Andalucía, disculpen, como leí en su momento, no es una opción. Y no vamos a callarnos.

Conocí en su día una mujer que pertenecía a uno de los sindicatos mayoritarios. Mujer honrada y honesta en los quehaceres de lo cotidiano. Tenía su residencia en un barrio de la periferia de mi ciudad. Barrio de origen humilde que uno visitaba con cierta frecuencia por circunstancias de su vida. Desde el centro el autobús por la ronda hasta su casa. En más de una ocasión, con la amabilidad que siempre le caracterizaba, contaba sus peripecias y con orgullo mostraba los logros que el sindicalismo donó a la historia. Mucho trabajo decía que costaron. Mucho sudor para que todo se esfumara en un soplo de corrupción y de picaresca. Desde la ventana de su hogar en el recuerdo hoy escribo estas líneas. En el recuerdo de Soto, Saborido y Acosta. En el recuerdo y en la memoria de tantos que tanto sufrieron por sus semejantes. ¿Saben cuál era el nombre de aquella mujer? Consuelo. Qué cosas tiene la vida… 

viernes, 3 de enero de 2014

FINANCIACIÓN AUTONÓMICA Y CUESTIÓN TERRITORIAL

ÁLVARO GUIJO


"No pido la organización de España por razones de pretérito, sino por razones de futuro". José Ortega y Gasset (La España invertebrada).

Si examinamos la moderna Historia de España uno de los problemas más profundos, enquistados y  periódicamente recurrentes ha sido la llamada “cuestión territorial”. La consabida tensión centro-periferia, acallada en épocas de bonanza a golpe de chequera, vuelve hoy con especial virulencia, enmarcada en un contexto de profunda crisis económica, política y social que amenaza con poner en riesgo la estabilidad de nuestro modelo institucional. El gran acuerdo alcanzado durante la Transición fue esencial en la génesis de cuatro décadas en las que dejamos atrás la dictadura franquista, superamos –en muchas materias- el secular retraso de España con respecto a Europa y enterramos las sempiternas inclinaciones cainitas. A pesar de los numerosos éxitos cosechados, según un estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS. Élites políticas en España, 2009-2011), el 88% de los diputados españoles se muestran favorables a reformar la Constitución de 1978. Concretamente, en lo concerniente a la estructura territorial del Estado, el 50,4% de la Cámara Baja considera que las “demandas de algunas autonomías” (es decir, Cataluña y País Vasco) constituirían el motivo principal para reformar nuestra Carta Magna. Sin duda, la cuestión territorial hará correr ríos de tinta en el recién estrenado año.

Quizás uno de los mayores errores de nuestros constituyentes fue no regular el modelo de financiación de las Comunidades Autónomas en la propia Constitución (nótese la vaguedad del art. 157 CE), dejando este asunto fundamental al albur de la coyuntura política del momento. Así, cuando PP o PSOE llegaron al poder sin mayoría absoluta, se vieron obligados a comprar el voto de los nacionalismos periféricos (CiU, PNV o ERC) para aportar mayor estabilidad al Ejecutivo. De esta forma, movidos por los incentivos perversos del sistema, Gobiernos de todo cuño ideológico han preponderado el sillón monclovita por encima de los intereses generales de los españoles. Una vez planteado el problema de fondo, nos cuestionaremos cómo podría haberse evitado.

El Derecho comparado nos ofrece tres modelos alternativos de financiación autonómica: el modelo de autonomía fiscal (Canadá y Estados Unidos) otorgaría a las Autonomías una amplia libertad en lo concerniente a la legislación tributaria y en materia de gestión; el modelo de compartición de rendimientos (gran número de países, incluyendo Alemania, Australia y Rusia) se caracteriza por una baja autonomía tributaria, con protagonismo de las transferencias y la compartición tributaria; mientras que el modelo de recargos (países escandinavos del centro y norte de Europa) concedería mayor protagonismo a las Entidades Locales en detrimento de las Autonomías.

En España coexisten dos sistemas de financiación, el régimen común y el régimen foral (País Vasco y Navarra). Ello establece una diferencia fundamental entre Comunidades Autónomas, configurando un mecanismo de financiación asimétrico y discriminatorio. Mientras que las Comunidades de régimen común siguen el modelo de compartición de rendimientos (financiándose a través de transferencias estatales y la compartición de determinados tributos con el Estado), País Vasco y Navarra recaudan la mayoría de los impuestos estatales devengados en sus territorios y transfieren una cantidad al Estado en forma de cupo o aportación. Esta dualidad de regímenes jurídicos contribuye a generar fricciones entre las Comunidades privilegiadas y el resto, estando justificado exclusivamente por la rémora histórica de unos Fueros que hunden sus raíces en el Medievo.

Teniendo en cuenta lo anterior, considero que el modelo de financiación establecido en la Ley Fundamental de Bonn para la República Federal de Alemania (en lo sucesivo, LFB), debería ser tenido en cuenta de cara a una eventual reforma constitucional.

A grandes rasgos, la República Federal de Alemania se estructura en tres niveles administrativos, según el ámbito territorial: el Bund (Estado central), los Länder (Estados Federados) y los Gemeinden (Municipios). Teóricamente, el modelo territorial alemán (Federación) se caracterizaría por una mayor descentralización que el español (Estado autonómico). Sin embargo, España ha rebasado, de facto, el nivel de descentralización de Estados Federales de referencia como Alemania o Australia, según la mayoría de los indicadores habitualmente utilizados (Instituto de Estudios Fiscales). Sin duda, este proceso centrífugo jamás se hubiera producido si la Constitución hubiese cerrado el modelo de financiación, salvaguardando el principio de solidaridad interterritorial y la igualdad de los ciudadanos. Bajo el modelo germano, el Arthur Mas de turno no podría aducir el consabido Espanya ens roba, utilizando la manida táctica de la cortina de humo para justificar la coexistencia de recortes en Sanidad con el mantenimiento de una red clientelar de “Embajadas” inútiles  a mayor gloria del President.

Pero, ¿cómo podría estructurarse constitucionalmente este reparto de ingresos fiscales entre Estado central, Comunidades Autónomas y Entidades Locales? El Título X de la LFB (Hacienda) consagra este reparto, exigiendo para su modificación una mayoría de dos tercios del Bundestag (Congreso de los Diputados) y Bundesrat (Senado). Como principio esencial, la Federación y los Länder asumen por separado los gastos que resulten del ejercicio de sus competencias, distribuyéndose entre ambos las obligaciones contraídas  internacionalmente por la República Federal (art. 104.a LFB). Además, se recoge minuciosamente la asignación de los ingresos fiscales entre los distintos niveles administrativos (art. 106 LFB), de forma que no cabrían acuerdos bilaterales entre Gobierno central y ejecutivos autonómicos para establecer regímenes privilegiados de financiación.

En definitiva, la regulación constitucional de un modelo de financiación a la alemana limitaría las externalidades derivadas del solapamiento normativo, facilitando la gestión fiscal y promoviendo el consenso. Sin embargo, deberíamos tener muy en cuenta la advertencia del filósofo y parlamentario Ortega y Gasset, pronunciada en su discurso ante las Cortes Constituyentes el 13 de mayo de 1932: “el problema catalán, como todos los parejos a él, que han existido y existen en otras naciones, es un problema que no se puede resolver, que sólo se puede conllevar, y al decir esto, conste que significo con ello, no sólo que los demás españoles tenemos que conllevarnos con los catalanes, sino que los catalanes también tienen que conllevarse con los demás españoles”.