lunes, 18 de noviembre de 2013

Y PAVÍA LLEGÓ TARDE... COMO MAL CABALLERO

JAIME FERNÁNDEZ-MIJARES



En estos días en los que si se piensa que tendrían que gobernar los mejores, y de seguido te contestan ``pero si en esto nos metieron los de las corbatas´´, anda este servidor apuntando, apoyado en su raída y añeja chistera –imaginaria, no me juzguen mal- , aquello que podría ser y no es. El idealismo no es ni debe ser el fuerte de alguien, si bien, debe ser el pragmatismo y la acción a la vez que el movimiento, lento o rápido, cual caracol o una liebre pero movimiento.

En 1874 el general Pavía dio un golpe de Estado y procedió al desalojo de la Cámara Baja, a lo que los diputados allí presentes respondieron con un intento de huída por las ventanas, respondiendo Pavía, ``Pero, señorías, pudiendo salir por la puerta tranquilamente, no huyan ustedes saltando por la ventana´´. De aquel día se cuenta la leyenda que Pavía llegó a lomos de su caballo hasta la cocina del Congreso, tal como recordaba el impertérrito Alfonso Guerra en una intervención respondiendo al hombre con el que este país está en deuda para siempre, Adolfo Suárez, ``Señor Suárez, si el caballo de Pavía entra en el Congreso, será usted quien lo meta (…) Suárez no aguanta más Democracia y la Democracia no aguanta más a Suárez´´.

El abrazo -Juan Genovés-.


Hubo tres cosas que don Alfonso no sabía: que Pavía no entró a caballo, que el ``caballo´´ de Pavía lo metió él en el Congreso –Lean Anatomía de un Instante de Javier Cercas, entre otros libros- y que aquellas crueles palabras dirigidas a don Adolfo le pesarían el resto de su vida (cosa de la cual me alegro, pues si Dios no da la oportunidad de redimir los pecados, puede redimirse su merced día a día o a través de repetir lo mucho que se arrepiente).

Llega el puente de todos los Santos en medio de una semana de actividad parlamentaria, y justo el día y a la hora de tomar las pequeñas vacaciones, hay una votación, procediendo con voz grave el presidente del Congreso a leer el resultado.  Y es en el momento justo, cuando anuncia que el resultado es negativo –sin llegar a los votos a favor ni abstenciones-, cuando sus señorías emprenden la carrera como si Pavía estuviera presente y les gritara, ``Hala, corran de puente, y ya vienen la semana próxima sus señorías a trabajar.

Lo descrito en el párrafo anterior no es otra cosa que una clara demostración: el animal político que es el hombre, ha olvidado su propia esencia. Repasando a Platón, apoyando esto que llaman e-book en mi raída chistera, leo que La Timarquía o Timocracia es el gobierno de la honra de los hombres orgullosos y deseosos de recibir honores y que velan por el interés del Estado, siendo lo importante, el engrandecimiento moral y la fama que jamás habrá de conseguirse por el dinero; la gloria, en definitiva. No confundan lo anterior con una suerte de Oligarquía o Tiranía del hombre excelente y brillante que llega a gobernar.

El ideal es y tiene que ser el siguiente: que sus señorías no anden tan apresurados a la hora de salir de pequeñas vacaciones. Pues tienen un trabajo con cuarenta millones de jefes –Felipe dixit- en el que tienen que desvivirse (y me consta que muchos lo hacen), si bien a los medios trascienden determinadas actitudes o frases que en nada les hace un favor.

Sentado en este banco observo que ojalá y todos fueran como aquellos 56 firmantes de Filadelfia que llegaron a escribir el mayor canto a la libertad escrito que existe, `Y para mayor fortalecimiento de esta declaración, confiados a la protección de la providencia divina, empeñamos unos a otros nuestra vida, nuestra fortuna y nuestro sagrado honor´, reza en su última frase. Y llego a la conclusión de que la ciudadanía lo tiene más fácil, pues somos los que tenemos que hacer pedagogía con nuestros gobernantes; díganles qué quieren, no les digan que se inventen lo que quieren ustedes. Recuérdenles que están ahí para hacer historia día a día, para procurar su propia honra y la gloria para sí y los ciudadanos que les eligieron. Que la soberanía de la que les hemos investido les honra y les hace hombres y mujeres para el Honor y no para salir corriendo en cuanto hay algo de tiempo libre, pues sólo hay dos cosas que no ocupan tiempo: el Saber y el Estado.


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