martes, 26 de noviembre de 2013

A DEDO MUERTO, DEDO PUESTO

GONZALO GRAGERA


Aunque estemos a martes y la semana la hemos dado por empezada, aún padecemos la resaca de un fin de semana que nos ha dejado el artículo prácticamente escrito. A mí me entusiasma la casta política andaluza, de ella emana, como de una norma o de un precepto, innumerables ideas que ayudan al dificultoso oficio de la escritura. Entre estas ideas que uno retiene en el disco blando de la memoria tenemos el congreso que recientemente ha concelebrado –que algo de liturgia y de rito tiene el socialismo del personal- el SOE en versión andaluza. El mismo partido que, sin abuela que le aplauda las gracias de los niños de su televisión autonómica, se afana en mostrar como el torero que ha triunfado en la plaza sus victorias ante las calamidades y las fatiguitas que los andaluces han pasado. Como si el SOE versión andaluza hubiera sido el único en echarse a la calle el cuatro de diciembre o como si hubieran establecido ellos y sólo ellos las libertades por estos lares cuando la Brigada Social a más de uno le iban pisando los talones. Ay, Diamantino García…

Pero no nos vayamos por las ramas de la historia y sigamos por esta senda que habíamos marcado en un artículo que, le advierto estimado lector, nada de académico tiene. No es momento para jergas ni pedanterías. Como íbamos indicando, este fin de semana el SOE ha celebrado su congreso en Granada –algunos hablan de reconquista a los peperos, por aquello de la toma de Granada en 1492 a los últimos musulmanes de la península- para elegir al presidente –presidenta en este caso- del partido en Andalucía. A Micaela Navarro hay que darle la enhorabuena… o el pésame, según se miren las circunstancias del cíclope que nos asedia. Por la otra orilla del socialismo, que tiene un río que no desemboca en la mar de la oposición, este congreso extraordinario –apunten el mote capillita- eligió a Susana Díaz como líder del partido. Podríamos detenernos en las anécdotas, en los chismorreos, en la grandilocuencia  de los discursos manidos y en una incontable suma de frases y chisporroteos dignos de los mejores guiones del buen humor. Aun así, hoy no. Hoy no tengo la diligencia debida para ello. O bueno, sí.

El despiadado rostro del dedo siniestro que todo lo elige.


A mí esta pomposidad y este boato de los congresos en los partidos me dibuja en el rostro una mueca de guasona compasión. Congresos disfrazados de democracia interna en donde eligen a un candidato que la prensa o los militantes afines dieron por investido de potestad antes de votar a nadie. ¿Qué necesidad hay entonces de montar este teatro de marionetas? ¿Qué finalidad se busca en la repetición de textos enlatados y semblanzas mutuas que ni el más hipócrita de los entre nosotros presentes superaría? ¿Para qué tanto monta tanto y tanta bandera al vuelo que nadie levanta? Y bueno, claro está, ¿quién paga todo? La respuesta a la última pregunta duele… Y mucho. Para las demás, como Descartes: en la duda habito. Cogito ergo sum. Cogito todo lo que puedas y llévate fresquito el dedo que te ha elegido. Parafraseando a José Hierro, tanta autonomía para nada.

En este páramo por donde deambulamos no menos dedocrática resulta la elección del candidato en la oposición. Que usted, como hombre de buena costumbre, se sorprenderá al conocer que en Andalucía tenemos oposición. Por aquello, ya saben, del don de la invisibilidad. Nadie sabe ni nadie los espera. Mutis por el foro y a aguantar el chaparrón sin paraguas, sin electorado, sin propuestas y sin esperanzas. Nombrar candidatos para la muerte anunciada de las próximas elecciones. A la deriva, como los barcos anclados en la pleamar, así nos encontramos con un partido cada día más impopular, más esmirriado, más pobre. Democracia interna que se presume de boquilla, don dedazo nos espera en el centralismo de Madrid. Volvemos a su paisano José Hierro, tanto estatuto para nada. Como ya nos dejó escrito el poeta Rafael Montesinos:

No confíes demasiado,
que el negro toro andaluz
derrota por los dos lados.


A dedo muerto, dedo puesto. Pobre bipartidismo en Andalucía que todo lo resume a un esquema de contenidos similares, a un callejón sin más salida que la frustración y el desengaño. Ojalá que así no sea. Ojalá que así fuere.

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