jueves, 21 de noviembre de 2013

ALEGATO POR LAS RENOVABLES

NACHO EGUÍA 


Desde siempre he tenido mucha fe en la ciencia. No me culpen, me viene de familia. Y a medida que crecía me afirmaba interiormente en esa creencia. La ciencia, la tecnología, tienen un carácter empírico que va intrínseco en su procedimiento, en su secuencia lógica. Es el método científico: ensayo y error, como la vida misma.

El desarrollo de la ciencia y la industria está íntimamente ligado a una época histórica de regeneración y profundo cambio social. La Revolución Industrial, el maquinismo y la invención de la máquina de vapor son el germen de lo que hoy conocemos, la transición hacia otro modelo de explotación de recursos.

A principios del siglo XIX una de las principales fuentes de energía era la hidráulica, donde, ya saben, se aprovecha la energía de las corrientes de agua. Mucho antes, nuestros antepasados hacían uso de la energía eólica a través de los clásicos y extendidos molinos («No son molinos amigo Sancho, que son gigantes»).

Molinos de viento.
Parece que todo era de color de rosa, ¿no creen? Cuando se inventó el automóvil y el motor de combustión, la cosa cambió. Empezamos a movernos a velocidad de vértigo y, como suele suceder, nos estrellamos. Los problemas que derivan de la explotación de combustibles fósiles van desde crisis energéticas a la dependencia del petróleo, contaminación, expolio y un sinfín de crudezas que nadie parece querer reconocer.

El petróleo gobierna ahora mismo, qué duda cabe. Si no, díganme por qué hay monedas que dependen única y exclusivamente de él (no la confundan con los Piedrólares). Díganme para qué ha ido la selección española a Guinea.

Uno de los elementos que ha limitado el progreso en España ha sido la insuficiencia de recursos energéticos. Dependemos muchísimo, e históricamente lo hemos hecho, de las importaciones. Primero fue el carbón, luego el bloqueo al petróleo, ahora la escasez del mismo.

Andalucía es la tercera Comunidad Autónoma con mayor consumo energético (10,7% del total) tras Cataluña y la Comunidad Valenciana. Aunque claro, somos también la más poblada, superando en tres millones y medio de habitantes a la comunidad levantina.

Afortunadamente no todo ha sido invasión y expropiación de recursos. La tecnología ha permitido que muy poquito a poco se aumente la producción de energía gracias a los recursos naturales virtualmente inagotables, las Energías Renovables. Esto es, la utilización del sol, el viento, las mareas... en beneficio propio, sin un impacto medioambiental como el que estamos sufriendo.

Entre la eólica, la hidráulica y la solar, lograron producir el 32% de la producción total neta generada durante 2012 en España. La nuclear (con categoría de Renovable pero no limpia) abasteció un 22% de la demanda total. Sin embargo, el dinero que España dedica a comprar combustibles subió más de un 13% durante el último año, y el déficit energético ronda los 45.000 millones de euros al año. Vaya, con lo bien que vendrían para unos Juegos Olímpicos.

Nuestra Comunidad Autónoma afortunadamente apuesta, dentro de las vicisitudes del contexto actual, por esta vía. Numerosos molinos eólicos campan por nuestros prados (dicen, de hecho, que Eolo era de Tarifa), lideramos Europa en energía termosolar gracias a la instalación de la central solar termo-eléctrica PS10 de Sanlúcar la Mayor (si no la han visto, háganlo, es impresionante), y tenemos también un papel muy destacado en Biomasa.

Primera estación termosolar de torre central del mundo (Sanlúcar la Mayor -Sevilla-).


Además, la industria de las Renovables proporciona trabajo a 45.000 de nuestros paisanos.¿Qué por qué esta industria no goza del progreso que merece? Bueno, ya saben. Políticos que privatizan compañías eléctricas, pasan a sus consejos de administración y se aseguran mantener el beneficio que este sistema considera legítimo.

¿Qué por qué ocurre esto? Porque nuestros políticos han pasado de filósofos a gestores, de eruditos a grandes administradores de lo ajeno. Y lo hacen bien, sólo hay que echar un vistazo.

¡Andaluces, regeneraos! Busquemos nuevas vías de exploración, de mecanismos de trabajo y abastecimiento energético. Hagamos una transición a un modelo limpio de humos y tropelías. Nuestra tierra y nuestra gente lo necesitan.






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