domingo, 2 de febrero de 2014

NEPOTISMO ANDALUZ

GONZALO GRAGERA


De los concilios que la Iglesia ha convocado a lo largo de su historia, el Concilio de Trento, por su dimensión y por su trascendencia, quizá sea el más relevante. Numerosas cuestiones en él se trataron, entre ellas, la necesidad de una Iglesia más “moral” en donde la familia del clero no fuese beneficiaria de la posición privilegiada que sus parientes gozaban. Se perseguía la erradicación del nepotismo. Buscaron, de este modo, el ejemplo en la palabra. Y en la Palabra. Ejercicio de regeneración en la Edad Moderna. El coloquial renovarse o morir. Como verán, aquí no hemos inventado nada nuevo. Al igual que nada nueva es la corrupción que nos escandaliza cada mañana en los quioscos. Hipócrita y frívolo escándalo que refleja nuestra condición humana, o si no, miren a su alrededor y comprueben de qué materia está hecha nuestra intrahistoria. ¿Está la Historia condenada a repetir sus vergüenzas? Y dicen que somos herederos de la era del progreso…

Hoy hablamos de un hecho que se publicó en las noticias de los medios de comunicación, en la prensa. Como suele suceder en estos casos, los oídos sordos hicieron mella en el asunto y del revuelo tan sólo quedó la anécdota. Estamos acostumbrados al escándalo. Nos han acostumbrado al escándalo. Han sido tantos –y muy a mi pesar creo que serán- los escándalos de corrupción que han ilustrado las páginas de los periódicos que nada ni nadie nos asombra, nada ni nadie nos sorprende. Todo es costumbre de la mediocridad, de la vulgaridad, de la picaresca aplaudida, con cierta inocente compasión, por unos y por otros.

Como decíamos, vamos a narrar un hecho que se publicó en la prensa, año y medio atrás, aunque como han comprobado bien se pudo publicar en la segunda mitad del siglo XVI: el poder a todos nos iguala. En este artículo nos referimos al caso de Enrique Centella, hermano de José Luis Centella; Secretario General del Partido Comunista de España.

Lema de Izquierda Unida en las pasadas elecciones autonómicas de 2012

En los incontables entes públicos sin utilidad concreta que aún, a pesar de todo lo que hemos padecido, persisten y no son fulminados del sistema mencionamos la Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo. ¿No conocen el fin de la Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo? ¿Pueden vivir sin el trabajo que desempeña la Agencia de Cooperación Internacional para el Desarrollo? Pues en este organismo trabaja, con una responsabilidad nada despreciable, Enrique Centella. Agencia de Colocación para la Cooperación Internacional de la Cara Dura.

Mientras en Andalucía sufrimos una tasa de paro que nos asfixia, la emigración de los nuevos empresarios del mañana es un hecho y gastamos millones de euros en la educación de universitarios que se dedicarán a producir en Europa -realidad que palpamos sin retórica ni estadísticas farragosas- el partido que ostentaba el lema de la rebelión en las pasadas elecciones de 2012 se postra a los planteamientos más reaccionarios, más inmovilistas, más retrógrados. Llueve sobre mojado y no amaina la tempestad, ni quieren que amaine. Superficiales discursos de rebelión en la era de la superficialidad, de la máscara y de la pantalla. En Andalucía sufrimos la política como un medio que no tiene fines, y que nada, por tanto, justifica.

Ante estas adversidades necesitamos nuestro concilio, nuestro debate. El debate que no pueda consentir la supervivencia de estos errores tan deplorables en una democracia moderna. El debate que no permita la existencia de sucesos que ponen en tela de juicio la supremacía del Estado de Derecho frente a otros sistemas políticos. El debate de los contrarios como instrumento para la síntesis de un paradigma renovado. Ese es, quizá, el fin de la regeneración. Un fin para un principio… un fin para un comienzo, un fin para un volver a empezar sin centellas que nos cieguen.

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