ÁLVARO GUIJO
En el
análisis de las causas que explican la dramática situación
económica, política y social que vive Andalucía suelen darse cita
argumentos fatalistas, que aluden implícitamente al destino
manifiesto como principio y fin de todos nuestros males. Cual
plaga bíblica, el lacerante desempleo en nuestra tierra –nada
menos que el
¡36,3%! de la población activa, EPA 4T 2013, casi
quintuplicando la media de la OCDE- vendría explicado por una suerte
de alineación astral, como si Saturno o Júpiter fueran
responsables de nuestros infortunios. Sin embargo, las antiguas
deidades romanas nada tienen que ver con el presente de Andalucía, y
está en nuestras manos conquistar nuestro futuro, abandonando
el inmovilismo fatalista y siendo conscientes de nuestras
extraordinarias potencialidades.
Previsión de desempleo de la OCDE |
La conquista del mañana empieza en el ahora. Para que la
propaganda quimérica de la “Andalucía, imparable” se
sustancie en hechos concretos no hay que esperar al enésimo Plan
de Desarrollo quinquenal de la Junta: tu futuro está en
tus manos, y no en las de ningún bur(r)ócrata de San Telmo.
Mientras tanto, la simpar Susana seguirá difundiendo la versión
políticamente correcta de lo que acontece en nuestra tierra
–la Arcadia feliz made in CanalSú-, aunque para ello haya
de embarcarse en promesas incumplidas; hueras ilusiones que
reverberan en el eco implacable de treinta
años de letargo. Letargo autoinducido por un
Gobierno a todas luces incompetente, que no ha sabido resolver, en
tres décadas de nutridos fondos europeos, ninguno de los grandes
problemas que sufre Andalucía; y una oposición incapaz de proponer
alternativas reales frente al fracaso del estatismo esclerotizante.
Broma macabra, la de la clase política andaluza –claro ejemplo de
la más rancia dedocracia- que se disuelve, cual azucarillo,
al descubrir la verdad desnuda de la EPA. Un millón cuatrocientos
cuarenta y seis mil andaluces que viven en la profunda incertidumbre
del que espera habiendo perdido toda esperanza; del que afronta cada
nueva alborada como un caminante sin camino; como alguien que no se
siente dueño real de su porvenir.
Ya
basta. Basta de gobernantes incompetentes que se sirvan de Andalucía
en lugar de servir a los andaluces. Basta de nepotismo,
dedocracia,
corrupción,
despilfarro
de lo ajeno, fanatismo y obediencia ciega a las
sacrosantas directrices del Partido con tal de permanecer en despacho
oficial. Basta de la política concebida como única profesión
posible para aquellos que carecen de profesión, que jamás han
creado valor para la sociedad y que se limitan a camuflar su absoluta
incompetencia en la retórica mitinera del argumentario.
Andalucía no es el cortijo de nadie, basta ya de tomarnos por
imbéciles.
Susana Díaz VS Juanma Moreno |
Andaluces, regeneraos; sed conscientes de vuestro –nuestro-
incomparable pasado y luchad denodadamente para ser merecedores de un
futuro mejor. La herencia histórica aquilatada a lo largos de los
siglos por Trajano y Adriano; Séneca, Averroes, Maimónides y
Lucano; Velázquez, Murillo y Picasso; Martínez Montañés y La
Roldana; Góngora, Bécquer, Juan Ramón Jiménez, Vicente
Aleixandre, los Machado, Lorca, Alberti…y tú. Permíteme el tuteo,
querido lector, para incluirte entre los grandes hacedores de
Andalucía. Te mereces figurar con letras de oro en el libro
de honor de nuestra tierra, como homenaje callado a aquellos hombres
y mujeres que, desde el trabajo diario, conquistan día a día su
mañana en el hoy. Como el humilde agricultor que, desde hace siglos,
ha seguido los ciclos insondables de la naturaleza para extraer, de
la Vega del Guadalquivir, el oro líquido con el que alimentar
a su familia y prosperar a través de las generaciones, modelando la
tierra y haciendo posible el prosaico milagro que ya estudiara el
gaditano Columela hace más de dos milenios. No estamos condenados al
subdesarrollo, querido amigo, y la voluntad tenaz de nuestros
antepasados debería servir de mudo ejemplo, como antídoto frente a
la pasividad y el conformismo de aquellos que ya nacieron – que
nacimos- condenados a abandonar Andalucía para buscar un futuro
allende las estribaciones de Sierra Morena, ante la perpetua carestía
resultado de tres décadas de intervencionismo autocomplaciente.
Escudo de Andalucía, tan maltratado |
Escribo
estas líneas desde el viejo Flandes, tierra castigada duramente por
dos Guerras Mundiales y sucesivas conquistas a sangre y fuego
de los colosos circundantes que, a pesar de ello, ha sabido
sobreponerse a todas las circunstancias adversas y alcanzar la
prosperidad. Bélgica no dispone de recursos naturales especialmente
abundantes; su dimensión
territorial es menor que la de Extremadura; enfrenta
continuas
tensiones secesionistas provenientes del territorio
flamenco; su inestabilidad
política llegó hasta el punto culmen de vivir
sin Gobierno Federal durante más de un año; y su
sistema
administrativo es aún más complejo que el español
(sí, es posible), haciendo de la duplicidad la (ineficiente) regla.
¿Cómo puede, entonces, un país como Bélgica, situarse a la cabeza
del desarrollo, con un sector industrial puntero y unos niveles de
bienestar que en nada envidian a las primeras potencias mundiales? La
respuesta a estos interrogantes podemos encontrarla en las lecciones
de la Historia.
A
finales del siglo XIV, Gante era una próspera ciudad dedicada
principalmente a la manufactura de textiles y al comercio con el
resto de Europa. Tal llegó a ser su riqueza que, en la Edad Media,
era considerada como la segunda ciudad más importante del Viejo
Continente, tan solo superada por París. Indudablemente, el éxito
de Flandes se basó en la creación de valor añadido a las
materias primas que importaban de países como España. Así, los
ganaderos de la Mesta castellana vendían su producción de lana a
las ciudades flamencas y compraban las prendas ya confeccionadas en
los telares del norte a un precio, como imaginará el avezado lector,
sustancialmente más alto.
Es cierto que la orografía de los Países Bajos supuso una
considerable ventaja competitiva, al reducir los costes de transporte
gracias a la eficiente red de canales, que constituían el auténtico
cordón umbilical de Flandes con el resto del continente. Sin
embargo, la verdadera clave del desarrollo flamenco hay que buscarla
en los factores empresarial (lo que hoy se denominaría
entrepreneurship) e institucional. Mientras que la
estratificación social española se fundamentaba en el derecho de
sangre –la nobleza y el clero-, en las prósperas ciudades de
los Países Bajos florecía una pujante burguesía, que no dudó en
mantener un pulso con el mismísimo Emperador Carlos V y defender sus
derechos ante una presión impositiva asfixiante, que amenazaba con
poner en riesgo la prosperidad e independencia. El espíritu
empresarial de la burguesía flamenca perduraría hasta la
Revolución Industrial, hasta el punto de que Gante fue conocida como
la Manchester belga por el dinamismo de su tejido productivo.
Atlas sosteniendo el mundo |
Hasta
aquí la pequeña incursión en la historia de Flandes. Volviendo a
Andalucía, ¿qué lecciones podemos extraer para el desarrollo
futuro de nuestra tierra? ¿Acaso no tenemos suficientes
potencialidades para alcanzar niveles de desarrollo parejos a los de
Bélgica? ¿Es el tejido social andaluz menos dinámico que las
ciudades flamencas del S.XV?
Desde
mi punto de vista, el gran reto de Andalucía está en dejar de ser
la Mesta castellana del S. XXI (volcada, grosso modo,
en los sectores agrario y turístico) y centrarse en la creación
de valor añadido, verdadero caballo de batalla del futuro
europeo en un contexto global. ¿Quiere eso decir que tenemos que
abandonar los olivos y sustituirlos por Google Glass y iPads?
No, y ese es uno de los errores en que incurre el esnobismo
emprendedor, tan de moda en los últimos tiempos. No todo el
mundo puede copiar el modelo de Silicon Valley, ni es deseable
que ello sea así. De hecho, California no solo destaca en el diseño
de gadgets de todo tipo: su sector agroalimentario se sitúa
como el quinto
mayor productor de mundo.
Almería, el Tomato Valley andaluz |
¿Tenemos que seguir elaborando aceite de oliva y jamón ibérico?
Sí, el mejor, pero innovando constantemente en los procedimientos de
fabricación y comercialización y adaptando el know-how
tradicional a las exigencias de nuestro tiempo. Un ejemplo muy claro,
sin ir más lejos, lo tenemos en Almería, tierra desértica que ha
conseguido, en las últimas décadas, situarse a la cabeza de Europa
en producción hortofrutícola. Es cierto que los humildes tomates de
invernadero no son tan cool como las tablets de Apple,
pero ¿acaso no es el Tomato Valley almeriense un claro
ejemplo de innovación? Innovación made in Andalusia en el
sector del campo, y todo ello a pesar de unas
instituciones públicas hipertrofiadas e ineficientes que se regodean
en el entrepreneurship de salón -queda muy bien en la foto-
mientras disfrutan poniendo trabas a la creación de nuevos negocios;
colocan a sus allegados en Agencias de nombre impronunciable y dudosa
utilidad; y recurren a la manida lucha de clases para
disimular su patente incompetencia. El motor económico de Andalucía
no lo decidirán, a golpe de BOJA, nuestros bienintencionados
dirigentes. Serás tú, querido lector, con tu voluntad,
creatividad, pasión e ingenio, el que haga avanzar las fronteras del
conocimiento y haga progresar a nuestra tierra. ¿Andalucía
imparable? Sí, pero a pesar de la (omnipresente) Junta. ¡Chúpate
esa, Mark Zuckerberg!
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