jueves, 27 de febrero de 2014

INNOVACIÓN: DE FLANDES AL TOMATO VALLEY ANDALUZ

ÁLVARO GUIJO


En el análisis de las causas que explican la dramática situación económica, política y social que vive Andalucía suelen darse cita argumentos fatalistas, que aluden implícitamente al destino manifiesto como principio y fin de todos nuestros males. Cual plaga bíblica, el lacerante desempleo en nuestra tierra –nada menos que el ¡36,3%! de la población activa, EPA 4T 2013, casi quintuplicando la media de la OCDE- vendría explicado por una suerte de alineación astral, como si Saturno o Júpiter fueran responsables de nuestros infortunios. Sin embargo, las antiguas deidades romanas nada tienen que ver con el presente de Andalucía, y está en nuestras manos conquistar nuestro futuro, abandonando el inmovilismo fatalista y siendo conscientes de nuestras extraordinarias potencialidades.

Previsión de desempleo de la OCDE

La conquista del mañana empieza en el ahora. Para que la propaganda quimérica de la “Andalucía, imparable” se sustancie en hechos concretos no hay que esperar al enésimo Plan de Desarrollo quinquenal de la Junta: tu futuro está en tus manos, y no en las de ningún bur(r)ócrata de San Telmo. Mientras tanto, la simpar Susana seguirá difundiendo la versión políticamente correcta de lo que acontece en nuestra tierra –la Arcadia feliz made in CanalSú-, aunque para ello haya de embarcarse en promesas incumplidas; hueras ilusiones que reverberan en el eco implacable de treinta años de letargo. Letargo autoinducido por un Gobierno a todas luces incompetente, que no ha sabido resolver, en tres décadas de nutridos fondos europeos, ninguno de los grandes problemas que sufre Andalucía; y una oposición incapaz de proponer alternativas reales frente al fracaso del estatismo esclerotizante. Broma macabra, la de la clase política andaluza –claro ejemplo de la más rancia dedocracia- que se disuelve, cual azucarillo, al descubrir la verdad desnuda de la EPA. Un millón cuatrocientos cuarenta y seis mil andaluces que viven en la profunda incertidumbre del que espera habiendo perdido toda esperanza; del que afronta cada nueva alborada como un caminante sin camino; como alguien que no se siente dueño real de su porvenir.

Ya basta. Basta de gobernantes incompetentes que se sirvan de Andalucía en lugar de servir a los andaluces. Basta de nepotismo, dedocracia, corrupción, despilfarro de lo ajeno, fanatismo y obediencia ciega a las sacrosantas directrices del Partido con tal de permanecer en despacho oficial. Basta de la política concebida como única profesión posible para aquellos que carecen de profesión, que jamás han creado valor para la sociedad y que se limitan a camuflar su absoluta incompetencia en la retórica mitinera del argumentario. Andalucía no es el cortijo de nadie, basta ya de tomarnos por imbéciles.

Susana Díaz VS Juanma Moreno

Andaluces, regeneraos; sed conscientes de vuestro –nuestro- incomparable pasado y luchad denodadamente para ser merecedores de un futuro mejor. La herencia histórica aquilatada a lo largos de los siglos por Trajano y Adriano; Séneca, Averroes, Maimónides y Lucano; Velázquez, Murillo y Picasso; Martínez Montañés y La Roldana; Góngora, Bécquer, Juan Ramón Jiménez, Vicente Aleixandre, los Machado, Lorca, Alberti…y tú. Permíteme el tuteo, querido lector, para incluirte entre los grandes hacedores de Andalucía. Te mereces figurar con letras de oro en el libro de honor de nuestra tierra, como homenaje callado a aquellos hombres y mujeres que, desde el trabajo diario, conquistan día a día su mañana en el hoy. Como el humilde agricultor que, desde hace siglos, ha seguido los ciclos insondables de la naturaleza para extraer, de la Vega del Guadalquivir, el oro líquido con el que alimentar a su familia y prosperar a través de las generaciones, modelando la tierra y haciendo posible el prosaico milagro que ya estudiara el gaditano Columela hace más de dos milenios. No estamos condenados al subdesarrollo, querido amigo, y la voluntad tenaz de nuestros antepasados debería servir de mudo ejemplo, como antídoto frente a la pasividad y el conformismo de aquellos que ya nacieron – que nacimos- condenados a abandonar Andalucía para buscar un futuro allende las estribaciones de Sierra Morena, ante la perpetua carestía resultado de tres décadas de intervencionismo autocomplaciente.

Escudo de Andalucía, tan maltratado


Escribo estas líneas desde el viejo Flandes, tierra castigada duramente por dos Guerras Mundiales y sucesivas conquistas a sangre y fuego de los colosos circundantes que, a pesar de ello, ha sabido sobreponerse a todas las circunstancias adversas y alcanzar la prosperidad. Bélgica no dispone de recursos naturales especialmente abundantes; su dimensión territorial es menor que la de Extremadura; enfrenta continuas tensiones secesionistas provenientes del territorio flamenco; su inestabilidad política llegó hasta el punto culmen de vivir sin Gobierno Federal durante más de un año; y su sistema administrativo es aún más complejo que el español (sí, es posible), haciendo de la duplicidad la (ineficiente) regla. ¿Cómo puede, entonces, un país como Bélgica, situarse a la cabeza del desarrollo, con un sector industrial puntero y unos niveles de bienestar que en nada envidian a las primeras potencias mundiales? La respuesta a estos interrogantes podemos encontrarla en las lecciones de la Historia.

A finales del siglo XIV, Gante era una próspera ciudad dedicada principalmente a la manufactura de textiles y al comercio con el resto de Europa. Tal llegó a ser su riqueza que, en la Edad Media, era considerada como la segunda ciudad más importante del Viejo Continente, tan solo superada por París. Indudablemente, el éxito de Flandes se basó en la creación de valor añadido a las materias primas que importaban de países como España. Así, los ganaderos de la Mesta castellana vendían su producción de lana a las ciudades flamencas y compraban las prendas ya confeccionadas en los telares del norte a un precio, como imaginará el avezado lector, sustancialmente más alto.

Es cierto que la orografía de los Países Bajos supuso una considerable ventaja competitiva, al reducir los costes de transporte gracias a la eficiente red de canales, que constituían el auténtico cordón umbilical de Flandes con el resto del continente. Sin embargo, la verdadera clave del desarrollo flamenco hay que buscarla en los factores empresarial (lo que hoy se denominaría entrepreneurship) e institucional. Mientras que la estratificación social española se fundamentaba en el derecho de sangre –la nobleza y el clero-, en las prósperas ciudades de los Países Bajos florecía una pujante burguesía, que no dudó en mantener un pulso con el mismísimo Emperador Carlos V y defender sus derechos ante una presión impositiva asfixiante, que amenazaba con poner en riesgo la prosperidad e independencia. El espíritu empresarial de la burguesía flamenca perduraría hasta la Revolución Industrial, hasta el punto de que Gante fue conocida como la Manchester belga por el dinamismo de su tejido productivo.

Atlas sosteniendo el mundo

Hasta aquí la pequeña incursión en la historia de Flandes. Volviendo a Andalucía, ¿qué lecciones podemos extraer para el desarrollo futuro de nuestra tierra? ¿Acaso no tenemos suficientes potencialidades para alcanzar niveles de desarrollo parejos a los de Bélgica? ¿Es el tejido social andaluz menos dinámico que las ciudades flamencas del S.XV?

Desde mi punto de vista, el gran reto de Andalucía está en dejar de ser la Mesta castellana del S. XXI (volcada, grosso modo, en los sectores agrario y turístico) y centrarse en la creación de valor añadido, verdadero caballo de batalla del futuro europeo en un contexto global. ¿Quiere eso decir que tenemos que abandonar los olivos y sustituirlos por Google Glass y iPads? No, y ese es uno de los errores en que incurre el esnobismo emprendedor, tan de moda en los últimos tiempos. No todo el mundo puede copiar el modelo de Silicon Valley, ni es deseable que ello sea así. De hecho, California no solo destaca en el diseño de gadgets de todo tipo: su sector agroalimentario se sitúa como el quinto mayor productor de mundo.

Almería, el Tomato Valley andaluz

¿Tenemos que seguir elaborando aceite de oliva y jamón ibérico? Sí, el mejor, pero innovando constantemente en los procedimientos de fabricación y comercialización y adaptando el know-how tradicional a las exigencias de nuestro tiempo. Un ejemplo muy claro, sin ir más lejos, lo tenemos en Almería, tierra desértica que ha conseguido, en las últimas décadas, situarse a la cabeza de Europa en producción hortofrutícola. Es cierto que los humildes tomates de invernadero no son tan cool como las tablets de Apple, pero ¿acaso no es el Tomato Valley almeriense un claro ejemplo de innovación? Innovación made in Andalusia en el sector del campo, y todo ello a pesar de unas instituciones públicas hipertrofiadas e ineficientes que se regodean en el entrepreneurship de salón -queda muy bien en la foto- mientras disfrutan poniendo trabas a la creación de nuevos negocios; colocan a sus allegados en Agencias de nombre impronunciable y dudosa utilidad; y recurren a la manida lucha de clases para disimular su patente incompetencia. El motor económico de Andalucía no lo decidirán, a golpe de BOJA, nuestros bienintencionados dirigentes. Serás , querido lector, con tu voluntad, creatividad, pasión e ingenio, el que haga avanzar las fronteras del conocimiento y haga progresar a nuestra tierra. ¿Andalucía imparable? Sí, pero a pesar de la (omnipresente) Junta. ¡Chúpate esa, Mark Zuckerberg!

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