lunes, 24 de febrero de 2014

BANDERA DE LA LIBERTAD

JAIME FERNÁNDEZ-MIJARES


Era 1859. Era el mejor de los tiempos, el peor de los tiempos. La edad de la Sabiduría y de la Locura; de las Creencias y la Incredulidad. La Primavera de la Esperanza y el invierno de la Desesperación. Hace 155 años, Charles Dickens cobraba por cada palabra que escribía. De ahí que fuera tan sumamente meticuloso a la hora de escribir. Esas dos líneas y media corresponden a las primeras líneas de Historia de dos ciudades. Preámbulo que bien podría ser escrito como profecía para los tiempos que hoy vivimos. No nos queda más, a los andaluces, que preguntarnos qué hemos hecho para vivir en el mejor de los tiempos y en el peor, igual que hace 34 años.

Decía –en un tuit dirigido a Gonzalo Gragera- , hace pocos días, Antonio Burgos que cree en la Autonomía, en aquella con la que soñábamos. Aquellos días de Diciembre de 1977 en los que muchos se echaron valientemente a las calles para exigir lo que otros también reclamaban, eran los mejores y los peores de los tiempos. Era el mejor de los tiempos, para ser valiente, y el peor de los tiempos para ser cobarde. Vivimos abrumados por la desesperación que, evidentemente, nos ciega para disfrutar del color y la luz de la esperanza. La esperanza de aquél verde de banderas que, en esos fríos días de Diciembre, se hacían con sábanas y trapos para exigir otra cosa que es igual de pura que el blanco: La Libertad.

Vicente Aleixandre


Muchos hemos sido alumnos, y pocos tuvimos el privilegio de tener como mentor a uno de esos padres de aquél texto firmado en Carmona. Ángel López fue quien terminó de sentar las bases de mi vocación Jurista. Ese profesor, junto a Carrillo Salcedo, no ha sido más que un guía por los caminos de la Libertad, alumbrados por su ciencia y sus brillantes mentes. Aún así, hemos tenido la manía de ser excelentes padrastros y madrastras de quienes nos alumbraron los caminos de la Libertad. Nos hemos quedado con el Machado del huerto y el limonero –Barbeito dixit-, obviando al don Antonio que nos recomendaba, Aprende a dudar y acabarás dudando de tu propia duda; de este modo premia Dios al escéptico y al creyente.  No hemos medido bien la estatura de ese genio que siempre observa sentado en Las Dueñas de otro Mundo.

Pocos recordamos a aquél Chaves, al único Chaves. Don Manuel Chaves Nogales. Aquél que hizo erudito a Belmonte. Aquél, que escribía en aquellos artículos, lo que hoy puede ser una suerte de relación entre los políticos y sus electores, pues La petulancia juvenil del hombre mimado por su propio éxito y el enconado anhelo de triunfo del resto, ceden paso a una entrañable solidaridad de seres humanos unidos por el riesgo, el esfuerzo y la excelencia comunes. Bien vista la realidad que nos concierne, vivimos en un abismo entre nosotros y la política. No es esta la tierra –ni España en general- en la que los políticos se acercan a la ciudadanía o se esfuerzan por un mínimo acercamiento, si bien, esa petulancia del éxito que les proporcionamos y nuestras ganas de triunfar, deben y tienen que ceder paso a aquella solidaridad en la que nos unen tres virtudes como las mencionadas. Al fin y al cabo, debe comprender la política, que son lo mismo que nosotros. Deben ser excelentes, porque nosotros queremos ser excelentes: si a nosotros nos exigen el Ganar nuestra vida, su labor política como hombres y mujeres plenos y de honor , es el premio a su excelente experiencia y afán de esfuerzo y superación.

Manuel Chaves... Nogales, claro

Debemos, hoy más que nunca y siempre, tomar la iniciativa de la que somos dueños, como poseedores de nuestro propio destino, y ser los mayores fiscales de nuestras obras, exigiendo obras; pues las palabras, cera; las obras, acero como escribía don Luis de Góngora. No son estos días en los que se firma la sentencia de muerte de la política. Lo que vivimos es solo la herida, porque No hace al muerto la herida, hace tan solo un cuerpo inerte, como recuerda Cernuda Bidón, desde allá, allá lejos donde habita el olvido. No es más que la hora exacta, el lugar oportuno y el momento exacto de coger ese papel pautado y escribir por detrás, tal y como le diría Juan Ramón a Zenobia.

Si Federico bordó en la bandera de la Libertad el amor más grande de su vida, quedó claro que, aquellos valientes de 1977 y 1981 y nosotros, tenemos el mismo amor de nuestras vidas: La Libertad. Aleixandre, con su sonrisa de dandy inglés de los 50, vino a decirnos que la poesía es una sucesión de preguntas que plantea constantemente el poeta .Es entonces la hora de tener claro y recordar que la política debe ser una sucesión de soluciones que plantea constantemente el elegido para representar nuestros intereses, sin olvidar que somos dueños de nuestras vidas y somos libres de elegir nuestro modo de vivir. Esa esencia es lo que han olvidado. Venía a recordarme, la Zenobia Camprubí de mis días, aquellos versos que encadenaba en forma de sevillana el elegante Rafael del Estad .Cambiando palabras de la última estrofa de una de sus obras insignes, tenemos claro que Somos antorcha del pueblo andaluz, Andalucía es el mundo para los Andaluces. A quienes he venido a citar, son los que deben regir nuestro caminar por el viaje que pone fin a nuestra desazón. Solo nuestro saber y nuestra inteligencia nos hacen más libres; aquí tienen, pues, estas insignes antorchas.

Juan Ramón Jiménez



Sientan el frío de Chaves en Londres. Exijan, como hacía don Luis. Cojan una y otra vez el Platero de Juan Ramón, pues la segunda vez abrazarán ese libro con un cariño inexplicable. Sientan las ganas de Cernuda y el descontento de Aleixandre, ese eterno amor al amor que tenía Federico. Miren a esta tierra a los ojos, con ese serio tiroteo de sentimientos y díganle, cuando nos vimos por primera vez, no hicimos sino recordarnos. Aunque te parezca absurdo, yo he llorado cuando tuve conciencia de mi amor hacia ti, por no haberte querido toda la vida. Pues somos esos caminantes que acompañan en el caminar hacia Colliure a don Antonio. Hagan volver a aquellos genios, téngalos siempre presentes. Que los políticos se tiren sus colores a la cabeza, nosotros, en las nuestras tendremos a estos andaluces que encontraron en su ciencia al amor de su vida. Hemos tenido a notables como García Añoveros, Clavero, López, Rodríguez de la Borbolla, Diego de los Santos etc. Hoy, en el Hospital de las Cinco Llagas no vuelven la vista al pasado que alumbró lo que fue una alta política. Tengamos claro hoy que está el ayer alerto al mañana, mañana al infinito. Ni el pasado ha muerto, no está el mañana -ni el ayer- escrito.

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