martes, 25 de febrero de 2014

HOY ES SIEMPRE TODAVÍA

MARIANO PÉREZ DE AYALA


La esperanza es un valor en franca decadencia en Andalucía. Día tras día vemos a una Comunidad que se ha sacado el carnet vitalicio para asistir al espectáculo indecoroso que nos dan aquellos que copan los perennes y mullidos sillones de las instituciones andaluzas. Y no solo ellos, si no que en la otra acera aparece un nuevo figurante, de bajo perfil y trayectoria hinchada, a corroborar la mediocridad de la escena andaluza.

A esta función asiste un público no demasiado incomodo y contestatario, que parece preferir vivir en el sedentarismo, no sé si anclado en el popular dicho del “más vale malo conocido…” o, aún peor, en la evasiva coartada de que en esta tierra se vive muy bien entre rayos de sol, vinos y viandas.   

Es inevitable, en tan desalentador panorama, que nos surjan a los sesos más inquietos dudas cuya respuesta se antoja harto difícil: ¿Es Andalucía una sociedad fracasada? ¿Son nuestros dirigentes mero reflejo de nuestra idiosincrasia? ¿Hay razones para pensar que esta tierra podrá salir algún día de la apatía y el inmovilismo?

La decisión de abandonar un barco a la deriva no por dejar de ser la opción más comprensible se despega de ciertos aromas pusilánimes. Hay razones para pensar –me resisto a pensar en mi condición de regeracionista lo contrario- que en Andalucía puede surgir un movimiento que levante a la ciudadanía de su letargo.

Porque ya se hizo.    

Este viernes se celebra la efeméride del 28 de Febrero de 1980. Hoy pocos recuerdan o quieren recordar todo lo que supuso llegar a aquel referéndum por la autonomía andaluza y todo queda  como la leve traza de un sueño distante. Pero el 28F no es solo pan con aceite. Aquel día, un movimiento social, político y cultural, que en años precedentes comenzó a nadar contracorriente en el tortuoso camino de la autonomía, daba a un pueblo andaluz ansioso de libertad y progreso la oportunidad  de salir de la marginación que otros  pretendían.   

La ilusión de un hoy que es siempre todavía
De aquellos memorables días poco queda ya. La sustancia del 28F ha quedado reducida a un puñado de manualidades en las escuelas y algunos actos institucionales vacíos en los que a los políticos se les llena la boca de agasajos a una tierra que ellos mismos denigran por rutina.

Pero un servidor, si me permiten la osadía, ve en aquella época una terna de valores y principios que podemos asumir para la coyuntura actual que, aunque algunos no vean equiparable a los sucesos de la transición, es innegable que está adquiriendo tintes dramáticos afines y –aunque  sorteemos la evidencia- de cierta naturaleza irreversible.

Algo que de entrada hoy resultaría una quimera imaginar es esa conciencia de unidad. Políticos de todos los colores y pueblo yendo de la mano en pro de un objetivo común, el de sacudirse  la dependencia  de aquellos que querían prolongar la cultura del eterno subsidio. Qué difícil, pero qué necesario sería una clase política que recuperara la decencia del servicio público y el quehacer de un objetivo común.

Igualmente, no debemos olvidar el espíritu regeneracionista que impregnaba la sociedad, escoltado  por una identificación con la cultura andaluza que jamás se respiró anteriormente. No hablo de conciencia de pueblo o nación,  Andalucía jamás la tuvo y no es necesaria, me refiero a la identificación cultural en sentido amplio: una tensión intelectual, un pensamiento filosófico social y económico con Andalucía como centro de reflexión, una inquietud colectiva para que la sociedad avanzase.   

Finalmente, el valor más importante de todos, -sobre el que escribía mi compañero Jaime un brillante artículo-: la libertad. La libertad es un principio que se  presume dado a las generaciones posteriores a la transición, pero paradójicamente sospecho que nos encontramos en una sociedad menos libre de pensamiento que la del 28F. ¿O es que acaso no estamos más sujetos a las tendencias, al miedo al repudio, a la censura mediática que nuestros coterráneos que clamaron libertad e independencia aquellos días? La libertad es coherencia, la que llevo a Clavero a abandonar las filas de su propio partido cuando pidió la abstención en el referéndum, ¿Qué político, en este sistema clientelar, sería realmente libre hoy de contraponer una idea al partido sin temer perder su confortable poltrona?

El 28 de Febrero es esperanza. La tesitura en la que nos encontramos es inmejorable para rescatarlo. A pesar de la mediocre clase política somos una generación más preparada que aquella y tenemos una visión más universal de la sociedad. Andalucía reclama a gritos otro cambio, la ilusión reside en nosotros y  no en los que se han encargado de vilipendiar la autonomía andaluza durante décadas.

No perdamos el verde de nuestra bandera. Ya lo dijo el insigne poeta sevillano “Hoy es siempre todavía”.

La bandera andaluza ondea, a pesar de todo

1 comentario:

  1. Me parece una artículo estupendo que anima a no quedarnos impasibles y eso, más que nunca, hace falta, en la vida y en la política. Me gusta lo que escribes.
    Gema Rodríguez Prieto

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