lunes, 10 de febrero de 2014

SAS A LA MADRILEÑA

CARLOS AFÁN


El pasado lunes 27 de enero fue noticia el auto1 del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que paralizaba la resolución de la Viceconsejería de Asistencia Sanitaria de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, por la que se hizo pública la convocatoria para la licitación del contrato de servicios denominado ‘Gestión por concesión del servicio público de la atención sanitaria especializada’ correspondiente a seis hospitales madrileños; auto judicial que ha provocado la dimisión del Consejero Javier Fernández-Lasquetty.
               
Al tiempo de conocer el hecho, los vítores de gloria por la batalla ganada no sólo resonaron en Madrid, sino en toda España, y lo gracioso es que también lo hicieron en Andalucía, y los que alzaban la voz no eran otros sino la gente de El Partido. Y es que sí, vivimos en una Comunidad Autónoma gobernada por unos líderes -mal llamados líderes porque son los responsables- los cuales consideran, o eso parece, que somos imbéciles, que es fácil aborregarnos porque no nos informaremos de nada. Ya es suficiente, es deber de todo buen demócrata formarse e informarse de qué servicios le ofrece su Administración antes de señalar con el dedo  y decir "esto en mi casa no pasa".

En este artículo no dilucidaremos sobre las ventajas o perjuicios que conllevan fomentar decisiones políticas como la privatización o la liberalización de determinados servicios públicos, pero sí dedicaremos una buena parte de él a hablar sobre la demagogia que se hace con este tema.

¿Saben las andaluzas que existen dieciséis centros sanitarios ‘concertados’2, cuya gestión es privada y que funciona con capital público? ¿Saben los andaluces que se están cerrando centros públicos que ofrecían servicios básicos como el centro ETS de La Campana3, en Sevilla? ¿Saben los ciudadanos que se derivan pacientes de centros sanitarios privados a centros públicos por escasez de medios?

Es importante no hacer demagogia con la sanidad, al igual que con la educación o con la dependencia, son todos servicios básicos que en un Estado de Bienestar serio se deberían de garantizar, sea cual sea el color del Gobierno.

Todos las noticias anteriormente citadas son importantes, pero ahora trataremos la que a este redactor más estupor le produce, y que no es otra que la pseudoprivatización de muchos centros que pertenecen al Servicio Andaluz de Salud (SAS).

Gobierno andaluz de la V Legislatura

Miremos un poco al pasado, por aquello de ejercitar la memoria: corría el año 1998 y la Junta de Andalucía estaba bajo la férrea mano in vigilando de Manuel Chaves Gonzalez, que iba por su tercera legislatura y aún le quedaban tres más. A cargo de la Consejería de Salud se encontraba el ideólogo de la trama, José Luis García de Arboleya y Tornero, licenciado en Medicina y Cirugía, experto en alergología que había sido director del Hospital Regional de Málaga, del Hospital Clínico de Granada y también del propio SAS.

Realmente pocos sabían en qué estado se encontraba la sanidad pública andaluza como lo sabía él, de modo que en su sexto año como Consejero, llevó al Parlamento Andaluz la Orden4 por la que se actualizaría y desarrollaría el sistema de presupuesto y tarifa en convenios o conciertos para la prestación de asistencia sanitaria en centros hospitalarios.

En la citada normativa se crea la figura de la tarificación de los servicios sanitarios sobre la base de la Unidad de Producto Concertado (UPC), que se define como ‘instrumento de medida a utilizar para la fijación del presupuesto global prospectivo de los diferentes convenios o conciertos que sean suscritos por la Consejería de Salud o por el Servicio Andaluz de Salud’, o lo que fue lo mismo: barra libre a la concesión de empresas privadas cuya función sería la gestión centros públicos, o lo que es lo mismo, el proyecto que el mismo Lasquetty pensaba implantar en Madrid, con dos pequeños matices: dieciséis años después y en mitad de una crisis de confianza socioeconómica y política.

No encontraréis en los diarios de la época ni una queja de los diputados del grupo Popular de Andalucía ni del Partido Andalucista, y ni mucho menos de los flamantes trece diputados que por entonces había obtenido la alianza de Izquierda Unida Los Verdes–Convocatoria por Andalucía, una vez más, tal y como ahora: silencio y aquiescencia.

Hospitales concertados que aparecen en la web de la Consejería de Sanidad

Y quizás Izquierda Unida, siendo los adalides de la regeneración democrática (que no llega), como son en Andalucía, deberían hacerse eco de las protestas de los cientos de trabajadores que se concentran en el Hospital CONCERTADO Doctor Pascual de Málaga5, en defensa de de sus puestos de trabajo, y que reclaman a la Junta (en la cual gobiernan), alguna actuación para garantizarles su continuidad. O quizás al menos, se deberían estremecer un poco al pensar que es por su inactividad en la toma de decisiones políticas, por la que en el Hospital CONCERTADO Blanca Paloma de Huelva6, llevan semanas con sus quirófanos cerrados.

La dignidad de los profesionales de lo público tiene un precio, un precio que El Partido o Izquierda Unida no están dispuestos a pagar a los médicos, enfermeros y demás profesionales sanitarios, y sí a cualquier empresa privada que se lucra de un capital público.

Uno puede llegar a imaginar estas decisiones tomadas por un Gobierno quizás más neoliberal o simplemente de un gobierno tecnocrático sin interés alguno en mejorar la cosa pública; pero bajo ningún concepto, uno puede imaginarlo de un Gobierno de paleoizquierda como es la alianza que gobierna actualmente en Andalucía.


(2) Hospitales concertados:
(3) Centro ETS:
(4) Orden:
(5) Doctor Pascual:
(6) Blanca Paloma:

1 comentario:

  1. No se puede explicar mejor. El resultado en la gente es una mezcla de aborregamiento, doble moral en insulto a la inteligencia
    Gema Rodríguez Prieto

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