ÁLVARO GUIJO
En un momento histórico en el que la reivindicación de derechos
adquiridos parece la única salida
viable ante el devastador drama del desempleo, la banca pública se nos presenta como la panacea; el bálsamo de Fierabrás capaz de sanar, por
sí solo, todos nuestros males. Así, Diego Valderas propone la creación de un banco público andaluz que, controlado por la –cada
vez más omnipresente- Junta de Andalucía, compita en igualdad de condiciones
con la banca privada en la captación de depósitos y la concesión de créditos[i].
Tal supuesta igualdad de condiciones
oculta una situación de verdadera competencia desleal, ya que el banco público
tendría tras de sí todo el poder coactivo estatal. Además, este nuevo
instrumento podría convertirse en un juguete
peligroso en manos de políticos fanáticos e incompetentes. Imaginen, en un
ejercicio de política ficción, a Sánchez Gordillo al frente del futuro banco
público andaluz. ¿Gestionaría eficiente y diligentemente el patrimonio de sus
depositantes o, por el contrario, se dejaría llevar por el eslogan fácil y el panfletismo electoralista? Permítame que
le exprese mis inquietudes.
Para determinar si es necesario implementar un modelo de
banca pública en Andalucía, habremos de analizar si el flujo de crédito
discurre con normalidad por los cauces de la economía real; descubriremos por
qué secretas motivaciones los banqueros privados se niegan a conceder créditos
a familias y empresas; y, por último, reflexionaremos acerca del papel que la
pretendida banca pública podría desempeñar en el mercado crediticio andaluz.
En primer lugar, confirmaremos la versión comúnmente
aceptada de la situación. ¿Es cierto que la economía andaluza –y la española en
general- adolece de falta de crédito? Según apuntan el BCE y FUNCAS, las PyMES españolas han de
asumir unos costes financieros un 77 % superiores a Alemania y un 35 % por
encima de la media de la Eurozona[ii].
La banca privada no se muestra proclive a arriesgar su capital en proyectos de
inversión que, a su juicio, no remunerarán adecuadamente el capital invertido,
y ello lastra nuestra competitividad con el exterior. Dicho en román paladino, el grifo del crédito se
ha cortado porque los banqueros no se
fían ni un pelo del emprendedor
–versión cool del empresario de toda la vida- que cruza la
puerta de su despacho solicitando dinero para montar su negocio. El credit crunch, por tanto, es una
realidad. Ante esta situación, cabe preguntarse por qué oscuros designios los
banqueros se niegan a asumir su tradicional papel en cualquier economía de
mercado: captar depósitos pagando un interés determinado y conceder préstamos a
un precio más alto, obteniendo como beneficio el diferencial entre ambas
rentabilidades. El excesivo riesgo asumido –que no es compensado por los tipos
de interés-, sumado a la reforma financiera y a la competencia con los Estados
en la captación del crédito, parecen ser claves esenciales.
Quizás el señor Valderas –vicepresidente para todo y butanero de profesión[iii]-
crea tener la solución mágica ante la desmedida avaricia de los perversos
banqueros. Sin embargo, antes de proponer remedio alguno, nuestro ínclito
prohombre debería averiguar qué siniestras motivaciones se esconden tras el
cerrojazo de crédito que paraliza la creación de nuevas empresas y alarga ad eternum la agonía del desempleo para
1.447.300 andaluces (EPA 3T 2013)[iv].
A lo mejor, los pérfidos capitalistas del puro y la chistera tienen un buen motivo
para actuar de esa forma. ¿Le suena el concepto crowding out, señor Valderas? Para los no iniciados en la Ciencia Lúgubre, se trata del fenómeno
producido cuando el Estado capta la mayor parte de la financiación disponible,
dejando literalmente seco el grifo
del crédito para familias y empresas. No debería extrañarnos: en condiciones
normales, el Estado siempre será un prestatario más atractivo que el bar de la
esquina. Y no es porque los banqueros tengan especial animadversión hacia el
sector de la hostelería, la respuesta es mucho más sencilla. En caso de apuros
financieros, las autoridades estatales ostentan el monopolio de la fuerza
coactiva, lo que les permite subir los impuestos, haciendo recaer sobre los
sufridos hombros de los mal llamados “contribuyentes”
el peso de sus errores políticos. Ello incluso aunque hacerlo suponga incumplir
sus promesas electorales. Si a esto sumamos la elevada rentabilidad que en los
últimos años han presentado los bonos soberanos –debido, sin duda, al mayor riesgo
de impago- el pastel estará servido. Por tanto, si el señor Valderas quiere
posibilitar la financiación de la economía real, a lo mejor debería comenzar
examinando qué papel ha jugado la clase política en todo esto.
Además del fenómeno conocido como crowding out, hay otra causa fundamental que explica la ausencia de
crédito. Como usted sabe, el sector financiero español ha afrontado –tarde, mal
y casi nunca- una necesaria reforma que supuestamente permitirá garantizar la
solvencia de las entidades más débiles. Pero, ¿cuáles han sido dichas
entidades? Sin ánimo de ser exhaustivos, podemos citar Caja Madrid, CajaSur,
CAM, CCM, Caixa Catalunya… ¿Encuentran algún común denominador entre todas
ellas? Pues sí. Curiosamente, la gran mayoría de las entidades rescatadas eran
Cajas de Ahorros. ¿Casualidad? Me temo que no. En economía, como en la vida,
las casualidades no existen. Más bien deberíamos hablar de incentivos. Los incentivos
perversos que, en plena burbuja inmobiliaria, llevaron a los (nefastos)
dirigentes de nuestras Cajas de Ahorros a financiar proyectos de inversión
paladinamente ruinosos para mayor gloria del cacique local. La lista es casi interminable. Aeropuertos
desiertos, autopistas peatonales o parques de atracciones condenados a la
quiebra. ¿Hay alguna razón para que CCM financiara el aeropuerto de Ciudad Real
y no lo hiciera, por ejemplo, el Banco Santander? Me temo que sí. El principal
objetivo de un banco privado es obtener beneficios con los que remunerar a los
accionistas que –libremente- han apostado por su proyecto. En consecuencia, los
dirigentes de dichas entidades se cuidarán muy
mucho de satisfacer otros ideales
que no encajen en los fríos cálculos del Excel.
Si la rentabilidad esperada compensa el riesgo asumido, el banquero privado dará luz verde a la operación. Si su apuesta
fracasa, habrá de asumir íntegramente las pérdidas resultantes. Sin embargo,
los criterios políticos parecen distar mucho de esta idea.
En último lugar, reflexionaremos sobre los inconvenientes
que plantea un modelo de banca pública como el propugnado por el señor
Valderas. Por el lado del pasivo (lo que
el banco debe), ante la falta de depositantes siempre podrían recurrir al
sencillo expediente de subir los impuestos, obligando a los ciudadanos
andaluces a participar en la enésima aventura empresarial de la Junta. Ya se
sabe, el politburó siempre sabrá
mejor que usted y que yo dónde invertir su
dinero. Párese a pensar, querido lector, por qué secretos designios el banco
público sí estaría dispuesto a conceder préstamos mientras que la banca privada
mira por encima del hombro a familias
y empresas cuando pretenden solicitar un crédito. Le propongo un ejemplo:
Imagine que usted es propietario de un bar en el que sirve desayunos todas las
mañanas. Suponga, que tiene totalmente asegurada la asistencia de clientes.
¿Qué incentivos tendrá para ser eficiente, para servir las mejores tostadas con
aceite al menor precio? Lógicamente, como persona sensata, tratará de ofrecer
el pan más barato y el peor aceite, cobrando el precio más elevado que pueda.
No le culpo, usted simplemente respondería racionalmente ante los incentivos
del sistema. Análogamente, ¿cree que el futuro banco público tendría muchos
incentivos para ser eficiente?
En cuanto al activo (lo
que el banco presta), la concesión ilimitada de créditos a clientes
insolventes permitiría al señor Valderas anunciar ampulosamente que “el crédito ha vuelto a la economía real”
gracias –claro está- al benéfico plan de nuestros benévolos dirigentes.
Desgraciadamente, como hemos comprobado a lo largo de este artículo, la genial
idea de nuestros próceres no supera el más mínimo análisis económico. Una vez
más, como nos enseñó el economista estadounidense Henry Hazlitt, “El arte de la Economía consiste en
considerar los efectos más remotos de cualquier acto o política y no meramente
sus consecuencias inmediatas; en calcular las repercusiones de tal política no
sobre un grupo, sino sobre todos los sectores”.
No estoy de acuerdo con este análisis o, mejor dicho, con los argumentos. Dejando de lado la mofa de políticos como Sánchez Gordillo y Valderas, opino que hay bastante sesgo en este artículo. Por cierto, la banca pública no es una ocurrencia de Valderas: hace años que intelectuales como Juan Torres y el resto de ATTAC llevan pidiéndolo como forma de reactivar la economía. Por cierto 2: desacreditar un argumento atacando al argumentante se llama “falacia ad hominem”.
ResponderEliminarPero bueno, entrando en materia: hablas de falta de crédito por culpa del sector público cuando ha sido precisamente el sector público el que ha inyectado dinero a la banca quebrada (http://noticias.lainformacion.com/economia-negocios-y-finanzas/empresas/espana-el-cuarto-pais-que-mas-ayudas-a-la-banca-ha-dado-con-60-000-millones_qH8mUPmtVsgARssxlXORW2/).
Por otra parte, hablas de que la gestión de los políticos de las cajas de ahorro fue nefasta y por eso se financiaron proyectos inservibles. Totalmente cierto. Ese análisis en ciencia política se llama “neocorporativismo”. El contacto entre políticos y banqueros es innegable, pero... ¿no será que también sucede al contrario? ¿Que la banca privada pervierte al sector público? No hay que ser un Séneca para ver que cuando el Banco Santander le condonó una deuda de 12 millones al PSOE, éste respondió permitiéndole hacer la reforma educativa y, lo que es peor, evitando que Botín fuera a la cárcel. Además de indultar a Alfredo Sáenz, por cierto (http://www.elconfidencial.com/economia/2011/11/28/santander-refinancio-la-deuda-del-psoe-y-dio-una-hipoteca-a-zapatero-durante-su-mandato-88466).
En tercer lugar, se habla de la posible falta de fluidez del crédito por la falta de incentivos. Eh... ¿acaso no ocurre eso ya? Se trata precisamente de eso, de tener un banco que no precisa incentivos, que no busca la rentabilidad. Créditos baratos para que la actividad productiva se reinicie, visto que la mayoría de las entidades financieras están jugando en el casino de la especulación (http://economia.elpais.com/economia/2013/08/28/actualidad/1377719001_177460.html).
Porque aunque en las facultades de Economía no se enseña, la racionalidad de los seres humanos no es solo estratégica y egoísta como dice Adam Smith. Según Max Weber se complementa con la racionalidad axiológica, la que pone por delante los valores de la sociedad. Y es por ésto por lo que hace falta un banco público, porque su objetivo no es ganar dinero sino mejorar la economía. Algo que debería hacer la banca privada.
Querido Manu R.M.,
ResponderEliminarEn primer lugar, quiero agradecerte tu comentario, el debate siempre es bienvenido. En cuanto a Sánchez Gordillo y Valderas, solo expreso respetuosamente la opinión que, como líderes políticos, me merecen. No creo haberles faltado al respeto, y si consideras que lo he hecho te rogaría que me indicaras en qué. No se trata, por tanto, de un argumento "ad hominem", mi afán es meramente descriptivo. En cuanto a Juan Torres y ATTAC, si quieres podemos debatir sus propuestas, pero eso daría para un artículo en sí mismo...
En cuanto al fondo, me gustaría hacer las siguientes precisiones:
1) "Hablas de falta de crédito por culpa del sector público cuando ha sido precisamente el sector público el que ha inyectado dinero a la banca quebrada".
Estoy totalmente en contra de que se rescate a los bancos privados con dinero público. Para que el libre mercado funcione, cada agente económico ha de asumir las consecuencias de sus decisiones: la responsabilidad es una contrapartida necesaria a la libertad. Si aportas valor a los consumidores, comprarán tu producto (en este caso, servicios bancarios) y obtendrás beneficios. En caso contrario, estarás condenado al fracaso y perderás el capital invertido. En este sentido, los rescates bancarios eliminan la responsabilidad de los empresarios afines al poder político, obligando a los contribuyentes a hacerse cargo de sus nefastas decisiones de inversión. Pero además, pervierte la seguridad jurídica y la igualdad entre los ciudadanos. Si yo tengo un bar y no acuden clientes, me veré obligado a cerrarlo y a asumir las pérdidas. ¿Con qué legitimidad moral puede el Gobierno "socializar" el fracaso de las Cajas de Ahorros [controladas por el poder político] y negarse a hacer lo propio con el mío? Para más INRI, de cara al futuro, el rescate bancario sienta un peligroso precedente ("riesgo moral"), incentivando a las entidades crediticias a asumir riesgos excesivos, en la convicción de que, si fracasan, "Papá Estado" obligará a los "contribuyentes" a hacerse cargo de las pérdidas. Frente a esta alternativa existe una opción mucho más eficaz, eficiente y ajustada a lo que debería ser un mercado libre: el denominado "bail-in" que, grosso modo, consiste en la conversión del pasivo de la entidad bancaria en capital propio (los depositantes se convertirían en accionistas). De esta forma, el banco dejaría de tener problemas de solvencia (las deudas ya no serían exigibles) y aquéllos que confiaron en la entidad financiera para custodiar sus ahorros asumirían las pérdidas, dejando en paz al sufrido "contribuyente". Por razones de espacio no me extenderé más en este punto, pero si te interesa podemos profundizar en ello más adelante (http://online.wsj.com/news/articles/SB10001424052702303822204577466590595992160).
Incluso desde una perspectiva meramente utilitarista, el rescate bancario ha sido un rotundo fracaso. No ha servido para que el crédito fluya hacia familias y empresas, revelándose como una opción desastrosa cuyo único fruto ha sido saquear (una vez más, y me temo que no la última) el bolsillo del "contribuyente" (http://www.publico.es/dinero/481772/el-rescate-bancario-concluye-sin-que-se-haya-desbloqueado-el-credito).
2) Como podrás intuir por mi comentario anterior, comparto íntegramente tu crítica al corporativismo como manifestación del intervencionismo paternalista, que suele confundir el "interés público" con el de los "amigos" del poder político. Sin embargo, creo que tu argumentación carece de consistencia. Por un lado, alabas implícitamente los rescates bancarios como mecanismo para hacer llegar la liquidez a familias y empresas, y por otro te quejas del maridaje incestuoso entre políticos y banqueros. ¿En qué quedamos? ¿Estás a favor del mercado libre con todas sus consecuencias, o dejas la puerta abierta a que se "salve" a unos empresarios privados cuyo oligopolio emana del mismísimo BOE?
ResponderEliminar3) "Se trata precisamente de eso, de tener un banco que no precisa incentivos, que no busca la rentabilidad. Créditos baratos para que la actividad productiva se reinicie, visto que la mayoría de las entidades financieras están jugando en el casino de la especulación".
Según tus tesis, la "banca pública andaluza" actuaría con criterios distintos a la rentabilidad, rompiendo las cadenas del perverso capitalismo salvaje (esto lo añado de mi cosecha) y acabando con el "casino de la especulación". ¿Qué criterios serían éstos? Te pido que, si los conoces, me los digas, porque no alcanzo a adivinarlos. Supongo que te referirás a conceptos tan vagos como "interés general" o "fomento de la economía", que no hacen sino disimular la arbitrariedad del poder político.
La banca privada actúa movida por el simple beneficio. Si considera que una empresa no cumple los requisitos mínimos de solvencia, o no presenta un proyecto de inversión con garantías, no le prestará ni un solo euro. ¿Qué crees que pasaría si, siguiendo tus bienintencionadas prescripciones, la banca privada se lanzase a financiar proyectos condenados al fracaso? Muy sencillo: quebraría o recurriría al "bail-in" (al menos, en un sistema lejanamente parecido al libre mercado). ¿Qué pasaría con la banca pública? Pasaría la factura a los "contribuyentes". ¿Crees que esto serviría para "reiniciar la actividad productiva"? ¿Consideras que la economía mejorará si obligamos a los "contribuyentes" a pagar las decisiones erróneas de empresarios incompetentes; o a prestar SU dinero a gente que no podrá devolvérselo?
4) "Porque aunque en las facultades de Economía no se enseña, la racionalidad de los seres humanos no es solo estratégica y egoísta como dice Adam Smith".
ResponderEliminarUn apunte que quizás el profesor Juan Torres no enseñe en sus clases de Economía. Adam Smith, considerado padre de la Ciencia Económica, era profesor de (atención) Filosofía Moral en la Universidad de Glasgow. Si crees que el autor de "La Riqueza de las Naciones" (1776) era un explotador sin escrúpulos, permíteme que te recomiende algo: acude a la fuente original; lee el texto de Smith y fórmate tu propia opinión crítica. Aquí puedes consultar la mía: http://queaprendemoshoy.com/es-el-llamado-austericidio-producto-del-neoliberalismo-salvaje-i/
5) "Según Max Weber se complementa con la racionalidad axiológica, la que pone por delante los valores de la sociedad".
Convendrás conmigo en que la "sociedad" es algo distinto del "Estado", lo contrario (la identificación del "politburó" con la "voluntad social") ha servido de justificación a los totalitarismos de todo pelaje y condición que trufaron el siglo XX de dolor y miseria. ¿Cuáles son los valores de "la sociedad? ¿Cómo podemos saberlo? ¿Acaso concibes la sociedad como un ente monolítico en el que no existe la discrepancia? La sociedad no es más que la suma de los individuos que la componen, por lo que el concepto "voluntad social" no es más que un constructo que sirve de pretexto al poder público para eliminar la disidencia e imponer su voluntad a la de los individuos libres e iguales.
Como miembro de la "polis", mi voluntad individual (espero que también forme parte de los "valores de la sociedad") no es que se utilice mi dinero para recatar a bancos ruinosos, empresarios incompetentes o amigos del poder. Como ciudadano libre creo en un sistema que consagre la libertad y la correlativa responsabilidad, en el que cada uno asuma las consecuencias de sus decisiones sin pasar al prójimo la factura de sus errores. ¿Acaso me consideras "egoísta" o "antisocial" por ello?
6) "Y es por ésto por lo que hace falta un banco público, porque su objetivo no es ganar dinero sino mejorar la economía. Algo que debería hacer la banca privada".
¿Desde cuándo "ganar dinero" ha estado reñido con "mejorar la economía"? ¿Acaso el lucro va en contra del crecimiento económico? ¿En qué te basas para sustentar tu argumento? En pro de la concisión no me extenderé en este punto, creo que ya he justificado suficientemente por qué considero que la pretendida "banca pública andaluza", lejos de contribuir al crecimiento económico, tendría como consecuencias la financiación de proyectos condenados al fracaso a costa de los "contribuyentes y el engorde de estructuras administrativas que darían cobijo a la arbitrariedad y al uso indebido de los fondos públicos.
Un placer debatir contigo,
Recibe un cordial saludo.