GONZALO GRAGERA
"El pueblo se libera cuando tiene recursos para
vivir de su trabajo, y cultura para pensar por su cuenta". Francisco
Robles.
Llega diciembre con el
turrón, con las luces en las calles, con las compras de primera y última hora,
con la horterada de Papá Noel trepando los balcones, con las comidas de empresa
en donde cuanto más primo más me arrimo, con los cuñados y las cuñadas, con el
Iphone en la mesa tecla que te tecla, con las campanadas de un dos mil trece
que agoniza… Llega diciembre con esa idiosincrasia de eterno retorno, de lo
conocido y lo familiar, de regreso a un viaje de ida, de reiteración de la
vivencia. Y en esta repetición, en este deja vu, en este no hacer mudanza en la
costumbre, aquello que estamos hastiados de contemplar: la corruptela.
Corrupción que persiste en todos los estamos de la vida social andaluza:
sindicatos, empresarios, administración, partidos políticos, cajas de ahorro, equipos de fútbol… Quien esté libre de pecado que tire la primera instrucción.
En Andalucía también
podríamos tirar el último informe que nos ha llegado y que, por enésima vez
consecutiva, nos pone la cara rojita de la vergüenza y del estupor que causa
leer su contenido. El informe PISA nos conduce al último escalón de la
enseñanza. Si bien es cierto que algo hemos remontado respecto al último
informe del 2009, seguimos en la cola del subdesarrollo: mendigando y
maquillando tanta miseria. ¿Cuestión de ceder competencias al Estado? ¿Error de
tanta ley y tanta norma según soplen los vientos en los escaños del Congreso? ¿Es
necesario tanta enseñanza reglada por tanta Ley Orgánica? ¿Y la Ley Orgánica de
la educación en casa y la enseñanza en el colegio? ¿Para esto tanto presumir de
enseñanza pública –como si la enseñanza privada y concertada no mereciera la
atención necesaria- con ordenadores portátiles a unos centros que no disponen
de red Wifi? ¿Luciano Alonso aún se permite el lujo de consolar lo inconsolable? Qué poca esperanza y cuánto convencimiento.
El subdesarrollo, en
plena democracia, con su autonomía y todos los avíos por los que salieron los
andaluces a la calle un cuatro de diciembre, como aquello que cantaran en Cádiz, también florece en las alcantarillas de ese drama que llaman paro. El paro
aumenta y su tasa la sitúan en el 36,37 %. Hablando claro y por derecho: 1.447.300 andaluces
que no conocen la dignidad de la retribución en un empleo. ¿Para esto
conmemoramos la memoria del cuatro de diciembre? ¿Esto pidieron en esa mañana? ¿Dónde
están los cooperadores de esta tropelía? ¿Nadie que asuma la función y el deber
de sus responsabilidades políticas? ¿Es que nadie se echa a la calle como aquel
caluroso invierno andaluz de 1977? ¿Cuándo nos despertaremos de este letargo?
Diciembre, el mes de la esperanza verde de nuestra
bandera y las dos primeras en la frente de la frustración: la enseñanza que no
está y el empleo que no se espera. Subdesarrollo 2.0 en nombre de un falso progreso
social que nos mantiene dormidos y ausentes de toda crítica más allá del pataleo
en la barra de los bares y de tuiter. Barras de bares, tangibles o virtuales,
que arden en masa cuando un presidente dimite en sus funciones por creerse más
listo que nadie o cuando un entrenador se viste de gala para recibir en su casa
las cifras del paro que aquí hemos mostrado. Como si ellos nos dieran de comer.
Como si ellos nos dieran la enseñanza que nos hará libres. Como si en ellos se
depositara la razón de la existencia. Como si ellos vivieran del pan nuestro de
cada día. Ay, si Del Nido hubiese seguido la senda de Fuerza Nueva. Ay, si Del
Nido hubiese sido político…
No hay comentarios:
Publicar un comentario