DIEGO BERMÚDEZ
“Si no fuera por el gobierno, no tendría de
qué reírme” - Nicolás Sebastien Roch Chamfort
Vuelven los expatriados a su casa (andaluza, se entiende) y el
ánimo palpable no varía respecto al año pasado. Quizás el nivel de desánimo no
sea tanto en comparación, pero sí que lo es el de indignación. Familias que
mueren por no sabemos qué, medios que se apresuran a decir que fue porque
recogían comida caducada sin ser cierto –dónde quedó el rigor-, políticos que
utilizan la tragedia con fines partidistas, y administraciones de distintos
niveles gubernamentales que se culpan entre sí. ¿Qué no?
La recuperación avanza lentamente y uno va viendo cómo las
leyes del mercado son violadas una y otra vez en esta tierra. En épocas de
crisis como la actual, es normal que las empresas reduzcan producción a la
espera de una fase del ciclo mucho más favorable. Es la llamada destrucción
creativa de Schumpeter. El cierre de empresas, dentro de lo malo,
permite liberar recursos humanos y materiales que se pueden utilizar de forma
más eficiente en otros proyectos. Todo lo que subió en una fase anterior, baja en
parte en una fase posterior. Esto es algo que el ciudadano de a pie no
conoce o no tiene asimilado.
La Junta sigue campando a sus anchas. Corrupción aparte –que
ya es decir-, hace de aseguradora sin suscribir previamente ninguna póliza, se aventura en proyectos elefantiásicos con la excusa de la participación público-privada (si ven una sola
empresa privada háganmelo saber, por favor) o mantienen rutas aéreas inviables económicamente mediante subvención.
En este último caso, llama la atención cómo se justifica la inviabilidad
económica de la ruta aérea Sevilla-Almería con la llamada rentabilidad social. Será
que genera empleo para los más pobres, ¿no? Me da a mí que no.
Podríamos seguir comentando noticias negativas. Pero como la
Navidad se acerca y la Excelentísima señora ha cumplido cien días como presidenta,
prefiero continuar hablando de aquellas noticias esperanzadoras. Un ejemplo del
buen hacer lo podemos encontrar en el Puerto de Huelva, un ente público con beneficios,
que ya es decir. Pero beneficios no destinados en obras faraónicas ni proyectos
inviables, sino beneficios reinvertidos en sí mismos con el objetivo de atraer
más barcos y rutas comerciales. Un ejemplo de que existe el gestor público
responsable y válido.
En el aspecto privado, pocas noticias reflejan el carácter
emprendedor del andaluz. Ese carácter que al fin y al cabo es el que nos va a
sacar de ésta. El carácter que lo desarrolla uno mismo: por familia, por
motivación personal o por necesidad. Les invito a que conozcan Historias de Luz,
un portal dedicado a ensalzar las historias particulares de los andaluces que
brillan por sí mismos. Aquellos andaluces locos
que emprendieron o que fruto de su estudio e investigación descubrieron algo
relevante. Una fuente de inspiración para el que quiere prosperar y para el que
mira el futuro de forma optimista.
Por último y, como indicativo de que vamos saliendo poco a
poco, vemos que el escaso empresariado andaluz se va moviendo en la dirección
favorable. Directivos que forman sus propios fondos de capital riesgo o grupos empresariales consolidados que retoman la inversión.
La receta está clara, su conocimiento no tanto. Son estas últimas noticias que
quisiera uno leer a diario. Noticias escasas que se buscan con ahínco en la
prensa. Pero a pesar de que abunda el pesimismo, nosotros no caemos en él.
Llegó el momento de cambiarlo, de revertir la tendencia: es la hora de los optimistas.
¡Feliz Navidad!
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