NACHO EGUÍA
Desde siempre he tenido mucha fe en la ciencia. No me culpen, me
viene de familia. Y a medida que crecía me afirmaba interiormente en esa
creencia. La ciencia, la tecnología, tienen un carácter empírico que va
intrínseco en su procedimiento, en su secuencia lógica. Es el método científico:
ensayo y error, como la vida misma.
El desarrollo de la ciencia y la industria está íntimamente ligado
a una época histórica de regeneración y profundo cambio social. La Revolución
Industrial, el maquinismo y la invención de la máquina de vapor son el germen
de lo que hoy conocemos, la transición hacia otro modelo de explotación de
recursos.
A principios del siglo XIX una de las principales fuentes de
energía era la hidráulica, donde, ya saben, se aprovecha la energía de las
corrientes de agua. Mucho antes, nuestros antepasados hacían uso de la energía
eólica a través de los clásicos y extendidos molinos («No son molinos amigo Sancho, que son gigantes»).
Molinos de viento. |
Parece que todo era de color de rosa, ¿no creen? Cuando se inventó
el automóvil y el motor de combustión, la cosa cambió. Empezamos a movernos a
velocidad de vértigo y, como suele suceder, nos estrellamos. Los problemas que
derivan de la explotación de combustibles fósiles van desde crisis energéticas
a la dependencia del petróleo, contaminación, expolio y un sinfín de crudezas
que nadie parece querer reconocer.
El petróleo gobierna ahora mismo, qué duda cabe. Si no, díganme
por qué hay monedas que dependen única y exclusivamente de él (no la confundan
con los Piedrólares). Díganme para
qué ha ido la selección española a Guinea.
Uno de los elementos que ha limitado el progreso en España ha sido
la insuficiencia de recursos energéticos. Dependemos muchísimo, e
históricamente lo hemos hecho, de las importaciones. Primero fue el carbón,
luego el bloqueo al petróleo, ahora la escasez del mismo.
Andalucía es la tercera Comunidad Autónoma con mayor consumo
energético (10,7% del total) tras Cataluña y la Comunidad Valenciana. Aunque
claro, somos también la más poblada, superando en tres millones y medio de
habitantes a la comunidad levantina.
Afortunadamente no todo ha sido invasión y expropiación de
recursos. La tecnología ha permitido que muy poquito a poco se aumente la
producción de energía gracias a los recursos naturales virtualmente inagotables,
las Energías Renovables. Esto es, la
utilización del sol, el viento, las mareas... en beneficio propio, sin un
impacto medioambiental como el que estamos sufriendo.
Entre la eólica,
la hidráulica y la solar, lograron producir el 32% de la producción total neta
generada durante 2012 en España. La nuclear (con categoría de Renovable pero no
limpia) abasteció un 22% de la demanda total. Sin embargo, el dinero que España
dedica a comprar combustibles subió más de un 13% durante el último año, y el
déficit energético ronda los 45.000
millones de euros al año. —Vaya, con lo bien que vendrían para unos Juegos Olímpicos—.
Nuestra Comunidad Autónoma afortunadamente apuesta, dentro de las
vicisitudes del contexto actual, por esta vía. Numerosos molinos eólicos campan
por nuestros prados (dicen, de hecho, que Eolo
era de Tarifa), lideramos Europa en energía termosolar gracias a la instalación
de la central solar termo-eléctrica PS10
de Sanlúcar la Mayor (si no la han visto, háganlo, es impresionante), y tenemos
también un papel muy destacado en Biomasa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario