GONZALO GRAGERA
Aunque estemos a martes
y la semana la hemos dado por empezada, aún padecemos la resaca de un fin de
semana que nos ha dejado el artículo prácticamente escrito. A mí me entusiasma
la casta política andaluza, de ella emana, como de una norma o de un precepto,
innumerables ideas que ayudan al dificultoso oficio de la escritura. Entre
estas ideas que uno retiene en el disco blando de la memoria tenemos el
congreso que recientemente ha concelebrado –que algo de liturgia y de rito tiene
el socialismo del personal- el SOE en versión andaluza. El mismo partido que,
sin abuela que le aplauda las gracias de los niños de su televisión autonómica,
se afana en mostrar como el torero que ha triunfado en la plaza sus victorias
ante las calamidades y las fatiguitas que los andaluces han pasado. Como si el
SOE versión andaluza hubiera sido el único en echarse a la calle el cuatro de
diciembre o como si hubieran establecido ellos y sólo ellos las libertades por
estos lares cuando la Brigada Social a más de uno le iban pisando los talones.
Ay, Diamantino García…
Pero no nos vayamos por
las ramas de la historia y sigamos por esta senda que habíamos marcado en un
artículo que, le advierto estimado lector, nada de académico tiene. No es
momento para jergas ni pedanterías. Como íbamos indicando, este fin de semana
el SOE ha celebrado su congreso en Granada –algunos hablan de reconquista a los
peperos, por aquello de la toma de Granada en 1492 a los últimos musulmanes de
la península- para elegir al presidente –presidenta en este caso- del partido
en Andalucía. A Micaela Navarro hay que darle la enhorabuena… o el pésame,
según se miren las circunstancias del cíclope que nos asedia. Por la otra
orilla del socialismo, que tiene un río que no desemboca en la mar de la
oposición, este congreso extraordinario –apunten el mote capillita- eligió a
Susana Díaz como líder del partido. Podríamos detenernos en las anécdotas, en
los chismorreos, en la grandilocuencia
de los discursos manidos y en una incontable suma de frases y
chisporroteos dignos de los mejores guiones del buen humor. Aun así, hoy no.
Hoy no tengo la diligencia debida para ello. O bueno, sí.
El despiadado rostro del dedo siniestro que todo lo elige. |
A mí esta pomposidad y
este boato de los congresos en los partidos me dibuja en el rostro una mueca de
guasona compasión. Congresos disfrazados de democracia interna en donde eligen
a un candidato que la prensa o los militantes afines dieron por
investido de potestad antes de votar a nadie. ¿Qué necesidad hay entonces de montar este teatro de
marionetas? ¿Qué finalidad se busca en la repetición de textos enlatados y
semblanzas mutuas que ni el más hipócrita de los entre nosotros presentes
superaría? ¿Para qué tanto monta tanto y tanta bandera al vuelo que nadie
levanta? Y bueno, claro está, ¿quién paga todo? La respuesta a la última
pregunta duele… Y mucho. Para las demás, como Descartes: en la duda habito.
Cogito ergo sum. Cogito todo lo que puedas y llévate fresquito el dedo que te
ha elegido. Parafraseando a José Hierro, tanta autonomía para nada.
En este páramo por
donde deambulamos no menos dedocrática resulta la elección del candidato en la
oposición. Que usted, como hombre de buena costumbre, se sorprenderá al conocer
que en Andalucía tenemos oposición. Por aquello, ya saben, del don de la
invisibilidad. Nadie sabe ni nadie los espera. Mutis por el foro y a aguantar
el chaparrón sin paraguas, sin electorado, sin propuestas y sin esperanzas. Nombrar
candidatos para la muerte anunciada de las próximas elecciones. A la deriva,
como los barcos anclados en la pleamar, así nos encontramos con un partido cada
día más impopular, más esmirriado, más pobre. Democracia interna que se presume
de boquilla, don dedazo nos espera en el centralismo de Madrid. Volvemos a su
paisano José Hierro, tanto estatuto para nada. Como ya nos dejó escrito el
poeta Rafael Montesinos:
No
confíes demasiado,
que
el negro toro andaluz
derrota
por los dos lados.
A
dedo muerto, dedo puesto. Pobre bipartidismo en Andalucía que todo lo resume a
un esquema de contenidos similares, a un callejón sin más salida que la
frustración y el desengaño. Ojalá que así no sea. Ojalá que así fuere.
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