GONZALO GRAGERA
Padecemos en Andalucía
multitud de talón de Aquiles que nos impiden entender el progreso. Nada nuevo
bajo el sol. Del sol agrario de los latifundios que gobernaban los caciques y
los terratenientes al sol que ilumina y barniza con la luz de la soberbia y la
vanidad los coches que estacionan en las puertas de las consejerías; aquellos
señoritos posmodernos que están por encima del bien, del mal y del regular. En
Andalucía nunca han existido los de un lado y los del otro, en Andalucía soportamos
el peso de unos vecinos de arriba que en el perverso arte de su discurso se
burlan de otros que viven en el piso más cercano al cuarto de contadores. La
historia así nos lo inculca en una desoladora cronología: caciquismo,
franquismo, chavismo y susanismo. Todo, como verán, es lo mismo. Ripio sobre
ripio. Don dedazo. Máscaras del subdesarrollo para una tierra siempre en la
última posición.
El subdesarrollo, a
finales de los años 70’ del siglo XX, motivó lo nunca vivido: los andaluces se
levantaban. Y menuda montaron esa mañana de diciembre nuestros mayores, en esos
machadianos días de cielos azules y de sol de la infancia. Diciembre es el mes
de la esperanza. Y con la esperanza, que es el verde de nuestra bandera,
alabado fue el artículo 151 de la Constitución: la autonomía. Una autonomía como
sinónimo de progreso, de renovación, de apertura, de avance, de gozo, de
democracia, de libertad, de ilusión.
Treinta años han
transcurrido desde entonces. Treinta años en donde ha llovido hasta inundar y
humedecer los valores y los principios que levantaron a los andaluces de tantas
ideologías con un único fin: riqueza política e intelectual. De aquellas
hazañas vinieron los logros, o los lodos, que uno está entrando en la era del
escepticismo cuesta abajo y sin frenos.
La herencia –palabra
tan denostada y tan manida por los últimos acontecimientos que son de sobra
conocidos- que quizá mejor refleje todo lo que el cuatro de diciembre supuso lo
tenemos en un antiguo hospital que tuvo el mote de Hospital de la Sangre… La
misma sangre que lleva el río entre la corrupción que no cesa y la monotonía de
un discurso parlamentario. Discurso barroco para un edificio renacentista. Qué
lejos están las edades del oro en el hombre y en las artes.
El Parlamento andaluz
es el órgano fundamental que da vida a la democracia andaluza. Sin embargo, la
riqueza política que anteriormente mencionamos ni está ni se le espera entre
los escaños. Baelo Claudia, teatro de Itálica, ruinas de Rodrigo Caro tras un
velo de fingida modernidad. Dos frentes nutren sus intervenciones: un pacto de
gobierno de izquierdas –porque en fin, de alguna forma habrá que catalogar lo
que allí tenemos- y una oposición –porque en fin, de alguna forma habrá que
catalogar lo que allí tenemos- cuyo trabajo nace en un juzgado de instrucción y
en un par de medios de comunicación. Porque sí, y esto es inconcebible en una
democracia moderna: la oposición política no puede estar en manos de los jueces
y de la prensa. A la política lo que es de la política y a la justicia lo que
es de la justicia. División de poderes en una tierra alejada de la ilustración
en estos quehaceres.
Diseccionado y
estudiado, el Parlamento necesita altura política; valores y principios,
ilusiones que saturaron las calles en una mañana de invierno. El principal instrumento
del juego democrático que nos dejaron nuestros mayores no debe quedar en la
apatía y en la rutina. Como dijeran los clásicos, nada de lo humano es ajeno, y
humana es la condición de los que allí PERviven; por tanto, que nadie tire la
piedra sino está libre de pecado. No seré yo quien lo haga. No obstante,
sugerimos la renovación de un gobierno que no ha conocido el polvo del
destierro, la soledad del hombre que no conoce el poder, y sugerimos una
oposición responsable que valore el estatus político que sus votantes les
cedieron. En un Estado de Derecho no se postra la rodilla al subdesarrollo. Y
qué doctrina tan opuesta al subdesarrollo nos encomiendan: porque verá usted,
qué entretenidos son los juzgados en Andalucía y qué apático su Parlamento…
No hay comentarios:
Publicar un comentario