DIEGO BERMÚDEZ
Bajo el reinado de Fernando VII, en algunos frisos de las
universidades españolas de la época se podía leer la cita: “Queda terminantemente prohibida la funesta
manía de pensar”. Es por ello que, con motivo del 28-F, he querido
responder a la pregunta que encabeza este artículo, lo cual intentaré hacer
razonando más allá de las explicaciones que escuchamos una vez tras otra. En la
serie que comienza con este artículo podremos distinguir dos partes: “Desmontando
tópicos”, y cuatro artículos con las verdaderas razones del atraso andaluz. Ahí
va.
Fernando VII |
Think out of the box
Paro, impuestos, economía sumergida,… Para qué les voy a
aburrir. Cada vez que se mide una variable relevante en el contexto macro, la
mayoría de las veces la andaluza ocupa el último lugar. O el primero, según el
indicador. Es por ello que un andaluz serio se pregunta: ¿por qué nosotros? ¿Cuál
es el hecho diferencial de nuestra tierra con respecto a otras? En el debate se
plantean múltiples explicaciones, aunque al final predominan dos:
(I) Argumento culturalista, y
(II) la
culpa es de los políticos.
(I) ¿Será un
problema cultural?
“En EEUU no hay ministro de cultura, ni en los estados ni en el
Gobierno. En España no debería haberlo, es un oxímoron” – Luis Garicano
Para profundizar en el argumento culturalista hemos de
subdividir este apartado en tradiciones andaluzas y en personalidad
propia del andaluz.
El Rocío, las ferias, la Semana Santa, los carnavales, la
romería del pueblo,... Como en todo, la exageración no es sana. Pero que un
individuo decida asistir a ninguno, uno o varios de estos eventos es una
decisión voluntaria y perfectamente compatible con su actividad productiva. Cada
individuo, en su libertad de poder elegir qué hacer con su tiempo, tomará la
decisión que estime oportuna. Ahora bien, las tradiciones no son algo más arraigado en Andalucía en
comparación con otras regiones. En todos los territorios que componen España y Europa
existen ferias, semanas blancas, tradiciones locales, Semana Santa, Pascua,… Distinta
es la intensidad con la que se viven en el momento de la festividad/celebración
o la difusión que le dan los medios.
¿Influyen las tradiciones en que trabajemos menos que los
alemanes? No. De hecho, de media se
trabaja más en Andalucía y en el resto de España que en Alemania. Otra cosa
es el cómo, la productividad. Pero,
¿se trabaja menos en Múnich debido al Oktober
Fest? ¿Dedican menos horas de trabajo en aquellas regiones europeas donde tienen
dos semanas seguidas de festividades –Semana Santa y Pascua-? Sumando días
festivos nacionales y regionales, en Andalucía existen doce festividades laborales. Mientras
tanto, en Alemania son dieciocho las fiestas laborales para el mismo periodo
de tiempo. Así pues, no parece que en Andalucía se trabaje menos que en la
primera nación europea. No es éste un argumento muy convincente, aunque en
posteriores entradas veremos la diferencia entre trabajar e ir al trabajo;
entre producción y productividad.
Oktoberfest, desmontando tópicos |
Por otro lado, ¿es el andaluz un ser más vago y menos
productivo que alguien de la región francesa de Alsacia? Da miedo tratar al
andaluz como un ser distinto a, por ejemplo, un asturiano. Ni mejor, ni peor.
Cada individuo posee unas características intrínsecas que no son extrapolables y
que impiden tratar al conjunto de individuos andaluces como masa, etiquetándolos
tanto para bien como para mal. Cada uno
es como es, por simple que parezca la frase.
¿Está entonces el andaluz influido por la climatología y la forma de vivir de su tierra? En California, lejos de ser un
impedimento para el desarrollo de dicho estado, la climatología y la buena
calidad de vida es un factor vital a la
hora de atraer inversiones, start-ups
y de lograr un ambiente óptimo de
trabajo para los emprendedores. Aquí es donde tenemos que aprovecharnos de
nuestra ventaja comparativa: las horas de sol al año. Convertir un aparente
hándicap en hecho diferencial con respecto a otras regiones con las que
competimos que atraigan talento e inversión.
Por lo tanto, el argumento culturalista cae por sí mismo,
pues hemos visto cómo las tradiciones no influyen en demasía en el desarrollo
de la sociedad. Son perfectamente compatibles con un modelo de sociedad
moderna. Toda sociedad europea tiene multitud de tradiciones y todas ellas
saben cómo combinarlas para no perjudicar el desarrollo económico de un país.
Además, la climatología y la forma de vivir parecen más ventajas que
inconvenientes para el desarrollo de un territorio.
Por otra parte, ¿en qué influyen los políticos en el atraso
andaluz? ¿Son causa o consecuencia del mismo? ¿Es algo nuevo que Andalucía
tenga unos políticos como los actuales? Veamos pues la segunda explicación.
(II) ¿Son los
políticos incapaces?
Aurea
mediocritas
Si uno repasa los currículums de nuestros políticos, es
imposible llegar a la conclusión de que han llegado a la política por sus
logros académicos o profesionales. Casos como los de los dos principales
líderes políticos, Susana Díaz y Juanma Moreno, claman al cielo. Llaman la
atención porque los dos, aún siendo de partidos políticos a priori distintos, tienen trayectorias profesionales parecidas.
Si bien una terminó la licenciatura de Derecho en diez años, el otro no se graduó en Protocolo y Organización de Eventos hasta que cumplió los cuarenta años.
El caso del nuevo líder del PP-A es más grave aún, pues, como podemos comprobar
en el enlace anterior, en su CV encontramos un Máster que no es tal y otro que
no existe. Una burda manipulación que en cualquier otro país europeo –aquellos
con los que nos gusta compararnos- costaría la dimisión ipso facto.
Podemos medir la capacidad de una persona por su experiencia
académica, aunque personalmente me decantaría más por su experiencia
profesional. Con ello no quiero decir que triunfar en la empresa privada sea conditio sine qua non para ser
gobernante. Hay muchas formas de destacar profesionalmente: en la sociedad
civil, en la universidad, en la medicina, en la ciencia, en la empresa
privada,… Todas ellas requieren de capacidad
intelectual y capacidad de dirección, y todas ellas aportan experiencia
lejos de un parlamento y lejos de un partido político.
Que un determinado profesional sea buen médico no implica
que sepa mucho sobre política sanitaria. Pero un gestor de hospitales (sea
médico o no), el cual está acostumbrado a manejar presupuestos sanitarios, sí
que tiene más posibilidades de saber de medicina y saber cuántos recursos
requiere un tratamiento o una investigación. De nuevo, capacidad intelectual y
de gestión.
Si extrapolamos lo anterior y lo contrastamos con la
experiencia y preparación de los parlamentarios andaluces, veremos que muy
pocos cumplen lo escrito. Hoy en día –y en los líderes queda reflejado- prima
la participación en política desde edad muy temprana y obedeciendo ciegamente a un ideario establecido.
Por lo tanto, ¿son
incapaces nuestros políticos? En general, sí. Pero sería errático
tratar por separado a los políticos. Nunca hemos de olvidar que los
políticos no son más que un reflejo de la sociedad. Es por ello que, para
mejorar el nivel general de preparación de la sociedad –y por ende de los
políticos- apostaría por llevar a cabo tres medidas:
1.
Reformar
la Educación en profundidad, primando la excelencia, una mayor autonomía de
los centros y teniendo en cuenta los parámetros que hacen que las sociedades
occidentales se desarrollen (ciencia, tecnología e informática, etc.).
2.
Hacer, si me permiten la expresión, que la
política vuelva a ser un poco más elitista. Con ello quiero decir que se vuelva
a atraer a los mejores a la
política, como en la Transición. Así pues, abogaría por reducir el número de
cargos políticos y mejorar el salario de los existentes. No tener que recurrir
a triquiñuelas del tipo “ayuda para vivienda” o deducciones para parlamentarios
con tal de mejorar la retribución de los políticos. Más transparencia y menos
deducciones.
3.
Que el
político rinda cuentas a la circunscripción electoral que le vota, con una
ley electoral similar a la inglesa.
¿Es imprescindible
tener políticos bien preparados?
Para responder a esta pregunta tomaré el caso de Chile en general y el de Andrés Velasco en particular.
Andrés Velasco, doctor en Economía por Columbia y Catedrático en Harvard, era
ministro de Economía en el gobierno de Michelle Bachelet (centro-izquierda)
cuando se cuadruplicaron los precios del cobre. Esto supuso unos ingresos
extraordinarios equivalente al 15% del PIB chileno. Bajo proclamas como “el dinero del cobre es para la gente pobre”,
el gobierno fue sometido a una presión popular sin igual con tal de gastar ese
remanente. Velasco, conocedor de la economía chilena y de su excesiva
dependencia del ciclo económico, prefirió ser prudente y ahorrar esos ingresos
extraordinarios. Es por ello que su popularidad cayó estrepitosamente. Sin
embargo, su impopular decisión sirvió para que más tarde, una vez llegada la
recesión, lanzase el programa de estímulos más grande del mundo. Ni que decir
tiene que Chile, con sus virtudes y sus defectos, ha capeado la crisis gracias
a decisiones acertadas como esta. Además, el por aquel entonces gobierno
saliente de Chile dejó sus funciones con la popularidad más alta de la
Historia.
Andrés Velasco, economista chileno |
Por lo tanto, hemos visto que la mayoría de los políticos
son incapaces por su falta de experiencia fuera de la política y su preparación
académica. Eso sí, no se puede achacar a un problema meramente político como si
de una casta hereditaria se tratara.
Si ni el argumento cultural ni la clase política per se son los verdaderos problemas,
¿cuáles son, sino, las razones? Sigan de
cerca esta serie de artículos, pues en ella iré desgranando paso a paso las
razones de peso del atraso andaluz.
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