ANTONIO LEAL
En esta entrada me gustaría compartir un par de reflexiones sobre el
sector agrícola andaluz. Es cierto que este sector no ejerce en la actualidad
el mismo peso sobre la economía andaluza que hace décadas, pero ello no quita que
siga siendo el medio de vida de muchas personas y un pilar fundamental para la
subsistencia de nuestra región. En mi modesta opinión, la decidida apuesta de
este sector por la investigación e innovación, la competitividad y el valor
añadido están llamados a constituir tres ejes fundamentales para la adaptación
del mismo a los nuevos tiempos y para el desarrollo económico de Andalucía.
Trataré, al final de este artículo, de ilustrar mi exposición con dos ejemplos
a fin de que se entienda mejor.
El valor añadido o valor agregado es un concepto económico que hace
referencia al valor que adquieren los bienes y servicios al pasar por un
proceso de transformación o proceso productivo. En otras palabras, el valor
económico que un determinado proceso productivo adiciona al inherente a la
materia prima utilizada en la producción. De este modo, tiene más valor el
aceite de oliva o el zumo de naranja que las aceitunas o las naranjas al
granel. En este sentido, son varios los especialistas que han advertido que
potenciar el valor añadido en la agroindustria andaluza constituye a todas
luces una necesidad, además de una oportunidad que no podemos permitirnos dejar
pasar. La industria agraria andaluza únicamente genera 0,48 euros por cada euro
de producción agraria, muy por debajo de la media nacional, cifrada en los 0,96
euros. De acuerdo con Jerónimo Molina, director de la Cátedra Cajamar de
Economía y Agroalimentación, si la transformación de los productos agrícolas
andaluces se llevara a cabo en nuestra región, podrían crearse hasta 45.000
empleos directos.
Aceite de oliva virgen extra en el Reino Unido |
¿De qué nos sirven tantas hectáreas de olivar y tantas subvenciones de
la UE? ¿De qué nos sirve tener una tierra fértil y un clima extraordinario para
el cultivo? ¿Qué beneficios reporta a esta tierra la agricultura en comparación
con los que potencialmente podría/debería brindar? En efecto, la industria de
transformación agroalimentaria podría suponer una enorme y valiosa fuente de
empleo y riqueza para Andalucía. Sin embargo algunos continúan afanándose en mantener
la cultura del subsidio y la subvención, y en no apostar por la investigación,
la innovación y el emprendimiento. Mientras sigamos basando nuestra agricultura
en la mera recolección y venta a granel en lugar de apostar por la
transformación de nuestros productos agrícolas, estaremos desperdiciando nuestros
envidiables recursos naturales. No me cabe duda de que los andaluces, alterando
la frase de Blas Infante, queremos dejar de ser lo que fuimos.
Durante los periodos de tiempo que me he encontrado viviendo lejos de
mi tierra, principalmente en Francia e Inglaterra, tengo la sana costumbre de
fijarme de manera cautelosa en el origen de los productos que cotidianamente
compro en el supermercado. En más de una ocasión, al acercarme al estante donde
se encuentra el aceite de oliva, elemento fundamental e irrenunciable en mi
dieta, me han venido a la mente los versos que escribiera el gran Miguel
Hernández: “Andaluces de Jaén/ aceituneros altivos/ pregunta mi alma: ¿de
quién/ de quién son estos olivos?”. La pregunta que yo me formulo es más bien
la siguiente: ¿de dónde viene exactamente este aceite de oliva que vendéis bajo
bandera y marca italiana?
No es ningún secreto, tenemos el mejor aceite de oliva virgen extra
del mundo, lo malo es que no sabemos venderlo. En el siguiente enlace podrá el lector observar la procedencia de la gama
de aceites de oliva virgen extra que distribuye el grupo Sainbury’s, la mayor cadena de supermercados en el Reino Unido. Durante años
nuestro oro líquido ha sido transformado y embotellado lejos de nuestra tierra,
de modo que no solo hemos consentido que nos usurparan el valor añadido, sino
que de paso, la calidad del aceite se asocie a la marca Italia en lugar de a la
marca España. Una brillante manera de hacer el ridículo y renunciar a
convertirnos en el principal exportador de un producto estrella a nivel
mundial.
Recipiente de mermelada, La Vieja Fábrica |
No obstante, como de costumbre, pienso que aún quedan motivos para la
esperanza. Del mismo modo que me indigna que en los supermercados británicos se
venda aceite español como “Made in Italy”, aunque de italiano únicamente tenga
la etiqueta, hay empresarios que hace tiempo que advirtieron la necesidad de
cambiar de mentalidad. Un buen ejemplo es el de La Vieja Fábrica. Esta empresa sevillana lleva desde 1870 fabricando mermeladas. Su
apuesta por la elaboración artesanal de este producto y por seguir una receta
natural, ha llevado a esta empresa a ganarse un hueco destacado en el mercado
internacional.
El que firma este artículo, al ver cómo la mermelada de su tierra
ocupa un lugar preferente en los estantes de los supermercados británicos,
sintió una leve nostalgia y un profundo orgullo a partes alícuotas. Aquel día
sonreí mientras metía en la cesta un tarro de mermelada de naranja amarga de la
Vieja Fábrica, con la esperanza de que pronto, sean muchas más las empresas que
desde Andalucía apuesten por la transformación y comercialización sus productos
en el extranjero, siguiendo la estela de esta empresa de Morón de la Frontera.
Muy interesante. Yo también he tenido la suerte de vivir en el extranjero, concretamente en EEUU y en Bélgica, y también me fijaba en la procedencia de los productos. En especial del aceite de oliva.
ResponderEliminarAl principio pensaba igual que tú, pero luego investigando un poco vi que muchas marcas con nombres italianos son de empresas españolas. Como ejemplo Bertolli, la marca de aceite de oliva número 1 del mundo es española, pues la posee Deoleo: http://deoleo.eu/nuestras-marcas/bertoli/
¿Por qué se vende aceite español-andaluz con nombre italiano? La explicación es simple: muchos italianos emigraron a EEUU a finales del XIX y principios del XX. Es por ello que Bertolli -por entonces italiana- se vendía fácilmente entre esos emigrantes. Al final no sólo con el aceite, sino con la comida en general, la etiqueta "Italy" aporta ese valor añadido que comentas tú y que también comentó Álvaro Guijo (http://bit.ly/1ibXwKF). Otro ejemplo, del que quedé maravillado, son los famosos "Eataly", centros comerciales enormes donde se venden todo tipos de productos italianos: aceites, quesos, vinos, embutidos, cervezas,... http://www.eataly.com/. Al final son ideas que fructifican gracias al mercado creado a partir de los emigrantes italianos. ¿Se podría hacer algo parecido con los productos españoles-andaluces?
Otra muestra de que está cambiando la empresa andaluza es Acesur, también de aceites. Dejo aquí un documental-entrevista muy interesante al que fuera su Presidente: http://alacarta.canalsur.es/television/video/juan-ramon-guillen--presidente-de-acesur/23944/248
Un abrazo y buen trabajo!