ANTONIO LEAL
Existe en Andalucía una especie
de estirpe, no se si incluso tribu urbana, arquetipo o ejemplar que el Maestro
del carnaval D. José Luís García Cossío se encargó de inmortalizar. Creo
totalmente innecesario glosar más presentaciones, les hablo de alguien que
ustedes conocen a la perfección, se trata de la figura del “enterao”. Este arquetipo se encuentra
arraigado en Sevilla de una manera un tanto especial, debido entre otras cosas
a sus particulares formas y procederes. En la Muy Noble, Muy Leal, Muy Narcisista,
Ombliguista y Figurona ciudad de Sevilla, si uno no sabe de un determinado tema
o simplemente no es capaz de sostener una opinión aparentemente íntegra y
fundada respecto a algún suceso, independientemente de que pueda escapar por
completo al campo de especialización o los intereses del individuo, éste será
automáticamente denostado y tachado de paria. De esta forma, resulta
descorazonadoramente común la infiltración de los denominados “maestros
liendre” –que de todo saben y de nada entienden– en todo tema de actualidad que
se precie. Las redes sociales han contribuido, a veces de forma exponencial, a
fomentar un cierto clima manido y desagradable en el que abundan tanto las
opiniones insípidas como las críticas desde la suma ignorancia.
Uno de los últimos casos en los
que se ha podido apreciar la abundancia de enteraos
en esta ciudad ha sido a raíz del anuncio de que Sevilla
contará con el auditorio multiusos más grande de Europa. Sevilla Park, que
es como vendrá a llamarse el futuro auditorio, contará con un aforo de más de
veinte mil personas y, para mayor “escarnio” y ante la sorpresa de propios y
extraños, el proyecto viene promovido en su totalidad por iniciativa privada. Parece
que un proyecto de semejante magnitud, que contribuiría decididamente a la
generación de cientos de puestos de trabajo directos y además repercutiría en
las arcas de muchas empresas locales, así como en la generación de empleo
indirecto a través del efecto arrastre, únicamente podía ser recibido como un
regalo, bendición o maná celestial que nos ha sobrevenido. Por el contrario esto no ha sido del todo así. No han tardado en aparecer los enteraos de turno, poniendo pegas a
diestro y siniestro y por supuesto, recurriendo a escasos y tiernos argumentos.
Permítanme la licencia de parafrasear al inigualable Selu de Cádiz. Los enteraos argüirían para esta ocasión
algo de esta guisa: “Yo, como entiendo una mijíta de auditorios porque me he
llevao treinta años actuando de telonero del Mani y Ecos del Rocío…”. Et voilà, c’est suffit! Venia más que
concedida para llevar a cabo juicios de valor sobre la conveniencia, el impacto
económico y la viabilidad del proyecto en cuestión.
José Luis García Cossío, El Selu |
Por favor, no me malinterpreten. Soy
de los que opinan que la diversidad de opiniones y la crítica constructiva son
realmente necesarias y contribuyen al progreso y la mejora de una idea. No
obstante, no es de recibo que se caiga tan a menudo en la crítica parcial y
obstinada. Los principales argumentos que se esgrimen en contra de este
proyecto van desde que en Andalucía y especialmente en Sevilla somos “tela de
rancios” y no demandamos ese tipo de espectáculos, hacia que, en realidad, ya
existen en la ciudad espacios donde celebrar tales eventos. El primero de los
argumentos, por cuanto de pueril y miope tiene, pienso que no es siquiera digno
de réplica. Pero en cuanto al segundo de los argumentos, sí que considero que
vale la pena realizar algunas puntualizaciones. Es cierto que existen en
Sevilla espacios destinados a la realización de conciertos y eventos musicales,
como el Auditorio Rocío Jurado, un espacio abierto con aforo para ocho mil
espectadores, el Teatro de la Maestranza con capacidad para 1800 espectadores o
el flamante Auditorio cubierto de Fibes, con capacidad para 3200 personas
–entre otros–. Además está el Estadio Olímpico, más lastre que herencia y
último resquicio del sueño olímpico que alguna vez encandiló a Sevilla. Si bien
el Estadio Olímpico de la Cartuja ha acogido espectáculos musicales de primer
nivel como conciertos de de artistas de la talla de Bruce Springsteen, Madonna
o Alejandro Sanz, las empresas que se dedican a este negocio señalan que esta
opción no es rentable, en tanto que no se trata de un espacio diseñado para
conciertos; no está cubierto, de modo que las inclemencias meteorológicas
obligarían al aplazamiento o suspensión del concierto; su acústica no es la más
deseable, lo cual conlleva a que se incurra en mayores gastos en equipos de
sonido; y además, se incurre en importantes gastos de montaje y desmontaje de
un escenario itinerante, lo cual repercute también en el coste de las entradas.
El resto de espacios con los que cuenta la ciudad, como el Auditorio Rocío
Jurado, el Maestranza o Fibes, cuentan con unos aforos que se antojan cortos
para este tipo de ídolos de talla internacional. Sería un sano ejercicio que
los enteraos pusieran el cerebro en
funcionamiento antes que la lengua en movimiento. Planteémonos lo siguiente: si
de verdad Sevilla cuenta en la actualidad con posibilidades para albergar este
tipo de espectáculos, ¿por qué no se llevan a cabo?
El proyecto Sevilla Park pienso
que se diferencia de otros proyectos megalómanos y faraónicos, a los cuales nos
tienen tristemente acostumbrados en esta tierra, en varios aspectos: en primer
lugar en que los 180 millones de euros en los que está proyectada la inversión
provienen de las arcas de una serie de empresas de iniciativa privada. Con lo
cual, se evita que a la primera de cambio le acaben tomando el pelo al
ciudadano con irregularidades, sobrecostes, errores de cálculo y presupuestos
inflados. Si por algo se caracteriza la iniciativa privada es por no
despilfarrar y tirar el dinero en saco roto. Aquí prima el interés económico y
empresarial, y quedan lejos los intereses meramente políticos o partidistas. En
segundo lugar, las empresas que hay detrás de este proyecto son empresas
altamente especializadas en la organización de eventos y la industria del ocio
y, si han estimado que Sevilla puede ser un filón y un lugar interesante para
invertir, dudo mucho que lo hagan a tientas o dando palos de ciego, sino porque
realmente considerarán que en Sevilla hay potencial para llevar a cabo su
proyecto empresarial.
Boceto del parque temática Sevilla Park Arena |
En una región que arrastra un
retraso económico secular, con una tasa de paro del 36%, una tasa de desempleo
juvenil desalentadora, carente de un tejido industrial sólido e inmersa en un
escenario político salpicado de escándalos, corrupción, clientelismo,
enchufismo y malversación, iniciativas empresariales e inversiones de este
calibre habrían de ser recibidas como agua de mayo. No es momento para el
catetismo ni el ombliguismo, ni para permitirnos seguir naufragando en la
insignificancia, sino para, al menos, permitirnos otear el progreso.
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